sábado, 10 de diciembre de 2022

Mundial. Caer mal


Modric y LIvakovic por Crocia

 


 
 

Otamendi, Paredes, Molina, Pezzella....

 por Argentina


Francisco Javier Gómez Izquierdo


        Con España eliminada el aficionado asiste a los cuartos del Mundial con el prejuicio que Natura clava en cada quien. Es el prejuicio de "me cae mal", y ahí entra el que usted considere. Conozco poca gente a la que caiga bien Ronaldo, Neymar o el mismo Luis Enrique. Sin embargo, Portugal y Brasil caen bien y a España todos -bueno, casi todos- los españoles estamos obligados. Messi cae mejor al aficionado, a pesar de la discriminatoria protección facilitada por todas las instancias federativas y arbitrales, pero Argentina no. Argentina no cae bien y nos parece cada vez más una amedrentadora banda con tatuajes que quisiera hacerse dueña del patio de un talego y no de la copa de un torneo deportivo.


    A servidor, inclinado a la parcialidad de Van Gaal, no le duelen prendas al decir que Holanda carece de calidad y de jugadores brillantes y talentosos. No tiene un Messi, un Di María o un Enzo Fernández..., pero Argentina jugó con el mismo temor a perder que Holanda. Argentina no ganó porque fuera mejor, que sinceramente creo que lo es, sino por la lotería de los penaltys, que es suerte que arrima mucha audiencia a la televisión. Mateu quiso impartir justicia en plan profe guay en un recreo de la ESO y como es natural en él, fuerte con el débil, no aplicó la disciplina que se requería con el bando albiceleste. Lautaro coló el penalty definitivo y los argentinos dieron rienda suelta a su macarrismo y a su no saber ganar con la no intervención del VAR, que a lo visto está para desfacer entuertos menores. Cuando pierdan, ojalá sea así contra Croacia o en la final, veremos que tampoco saben perder.


    Los brasileños tienen también la prepotencia argentina pero no es tan faltona. O al menos a mí no me lo parece. Brasil cae bien, pero como Neymar cae mal y Modric muy bien, el aficionado en general "iba" con Croacia. Brasil, como Argentina, como Holanda y como Croacia tenía pánico a recibir un gol y por eso es incomprensible que el empate de Bruno Petkovic, un delantero que en sus primeras intervenciones pareció un tronco de campeonato, llegara al contrataque, como gusta jugar, dígase lo que se quiera, a todos los entrenadores. Bueno, a casi todos. Transiciones rápidas lo llaman ahora los exégetas del balombié. En este Croacia-Brasil que canoniza por enésima vez al gran Modric, el héroe como ante Japón resultó Livakovic, pero el mejor del partido, para servidor, fue el señor Michael Oliver. Así se arbitra. Fijándose en todo y sin hacer caso a pamplinas como ésa mano involuntaria de Juranovic, grandísimo defensor que mantuvo a raya a Vinicius, Neymar y Rodrygo, reclamada por los brasileños y detectada por un VAR al que el colegiado inglés le explicó por el pinganillo qué cosa es penalti y qué cosa no. ¡A un inglés le van a decir lo que es penalti!


     ¿Y ahora? Pues que gane el Mundial cualquiera menos Argentina. Me cae mal. Muy mal.