viernes, 9 de diciembre de 2022

Burgos y Córdoba. Fútbol austero

Michu con Jullián en las escaleras de tribuna de El Plantío

 


 

Germán Crespo

   

Francisco Javier Gómez Izquierdo


         Lejos de las luces que deslumbran a don Infantino y toda su corte de federaciones mundiales en la extraña tierra de Catar, sigue jugándose un fútbol atractivo para consumo de esos auténticos aficionados que se mosquean y abrazan de verdad con sus modestas, pero según temporadas y entrenadores, corajudas criaturas. La élite juega un Mundial donde por ejemplo aún no se ha visto un duelo tan apasionante como el que vivimos el miércoles con un Córdoba-Pontevedra de la tercera categoría del fútbol español, ésa en la que, gracias sean dadas a todos lo dioses, áun no ha llegado el VAR.


       El Córdoba tuvo que jugar 80 minutos con diez. Expulsión correcta de Gudelj, el hermano del serbio sevillista, conforme el diagnóstico certero de un trencilla que después resultó chulesco y mandón a destiempo a base de tarjetas, desplantes y errores clamorosos. Estuvo acompañado en el mismo tono por sus linieres. Es decir, fútbol de toda la vida. El que te cabrea, te encoge cuando el contrario remata y tu portero Carlos Marín se transforma en un coloso y te sube la adrenalina hasta abrazar a desconocidos que explotan como tú ante el gol insólito de otro negro hecho en Lezama, Youssouff Diarrá, al que no me extrañaría le salieran pronto novias con solera. El mozo lleva unos cuantos exámenes sacando sobresaliente. Quede claro que es conforme a mi parecer. Anda bien el Córdoba. Juega bien, gana y lo disfrutamos ¡¡¡18.0000!!!, seguidores en partidos de tercera categoría.


      En El Plantío, mi primer lugar sagrado, no cabe tanto personal, pero unos 10.000 fieles animan y disfrutan pasando frío junto al Arlanzón con un Burgos que ahora que se ha subido a las barbas de los clubes más pudientes, el VAR y sus manejantes proceden conforme a la justicia discriminatoria que se impone en los nuevos usos de España. Cuando llega el frío a Burgos la hora de comer en día festivo es harto respetada por tener sus ceremonias y tradiciones familiares, pero don Tebas pone los partidos a las dos, gana de incordiar gratis, y don Rubiales manda árbitros que miren el VAR según convenga. Así, ayer, día de la Inmaculada, a nuestro jugador Bermejo le partieron la nariz y la boca de un codazo (hubo que sustituirle), pero don Hernández Maeso, del colegio extremeño, no fue a ver el aparatejo ése como tampoco fue al final del partido en un lance en el que Curro Sánchez sufrió un derribo en el área del Eibar  que el gremio de árbitros suele sancionar con penalty. El día del Tenerife, servidor estuvo en El Plantío y vio cómo don Gálvez Rascón hacía señas a los jugadores canarios de que la mano de Borja había sido involuntaria. Estaba encima de la jugada, pero... se ve que en el VAR había gente muy mandona y acudió a la llamada. Tardó en decidir porque imagino que le daba vergüenza convertir en un despropósito lo que no pasó de un lance normal del juego. Tal que la mano de Asensio que todos ustedes tienen en la cabeza. Julián Calero, que es hombre que habla con sensatez y miramiento y venía disculpando la vara de medir del VAR, ayer se apartó de la defensa porque se ha dado cuenta de que no entiende el proceder de lo que venía a repartir justicia.


      De todos modos, estoy disfrutando con el Burgos y el Córdoba, y me satisface descubrir que hay entrenadores -Julián Calero y Gemán Crespo- discretos, aplicados y trabajadores como han sido siempre los hombres de provecho. Por supuesto, estoy a muerte con ellos.