lunes, 14 de febrero de 2022

La merienda del león


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El Athletic de Marcelino se merendó la cena del Madrid de Ancelotti, que no vio en toda la noche el balón (que no vio la forma de meterlo en la portería vasca), con la disculpa de que, “ausentes” los brasileños, no eran once.
    

Como ruido de fondo de los comentaristas, que hablaban como parpayuelas en una peluquería, se colaba el juego de piernas, como saltando a la comba, de Gerardo Diego: “¿Tener un balón? Dios mío. / Qué planeta de fortuna. / Vamos a los Arenales: / cinco hectáreas de desierto, / cuadro y recuadro del puerto. / Qué olor a Tabacalera. / –Suelta ya el balón, Incera. / –No somos once. –No importa. / Si no hay eleven hay seven. / Qué elegante es el inglés; / decir sportman, team, back; / gritar goal, corner, penalty. / (Aún no se ha abierto el Royalty.)”
    

Para el Athletic es el partido álgido –anunciaba Kiko Narváez, que no sabe qué significa “álgido”, comentando al ex león Echeberría, que dijo que, en su época, el partido señalado en Bilbao era… el del Madrid.
    

Un poeta bilbaíno, Basterra, nos descubrió que el león es cordero asimilado, que eso fue el Madrid copero en San Mamés, uno de esos recentales (incluimos al Barcelona de Xavi) a los que “les titilan de placer las colas”, vistos por Salvador Rueda.
    

Y luego, el Granada.
    

Para el madridismo, el Granada es, en lo malo, Fernández, y en lo bueno, Ñito, nombre que uno tiene asociado a la leyenda de un león. Cipriano Antonio González Rivero, Ñito, en los 70 portero chicharrón del “club nazarí”, como dicen los cronistas deportivos, cuyo nombre salía a relucir en las conversaciones picantes porque un compañero suyo de vestuario contaba que “cargaba con la merienda de un león”, eso que en los 90 la compañía americana Shaper Briefs comercializó por treinta dólares en forma de gayumbos con “Endowment pad” incorporado.


    Ñito fue el primer portero español (y probablemente europeo) en salir del área jugando con los pies (eso que el Busquets de Cruyff haría luego, sólo que en leotardos), en una época en que Miguel Muñoz prohibía, con amenaza de multa y de las gordas si cruzaba la línea del centro del campo, hacer a su central De Felipe en el Madrid.
    

¿Por qué el Athletic se merendó la cena del Madrid? “Merendar la cena” es una expresión del pícaro salmantino Villarroel, que huía de pleitos y no quería en casa ni abogados ni gatos, pues estos, decía, roen un arca, y los otros suelen merendar la cena. Al Madrid le merendaron la cena en San Mamés primero por Rubiales, que es abogado, y que hace unos calendarios que ríanse del disparatado calendario republicano del matemático Romme que necesitó nada menos que de Napoleón para ser abolido. Y luego por Marcelino, que ha hecho con futbolistas del montón un equipo-acordeón tan competitivo que hasta se podría hacer el juego de palabras de Churchill: “Nunca en el ámbito de los enfrentamientos coperos ha habido tantos que les debieran tanto a tan pocos”.
    

La caída copera en Bilbao ha dolido porque se debió, no a la desidia, como tantas veces, sino a la impotencia: del equipo en el campo y del entrenador en la banda. Este año querían la Copa y no han podido, que de aquí vienen las dudas. ¿Hay plantilla? Si la hay ¿se le saca todo el rendimiento? ¿Hay cantera? Si la hay ¿por qué no se le ha puesto a prueba en la Copa? Estos son los pelos que Ancelotti se ha dejado en la gatera de San Mamés. De caer en octavos con el PSG las cosas se pondrían todavía más feas para un hombre que vive su segunda vuelta. “Cuando me enteré de que el Madrid lo había despedido –cuenta su gran amigo Galliani–, pasé cinco días con Ancelotti en Madrid para que volviera al Milán. Él tenía miedo a volver. Se dice ‘No vuelvas nunca’, y lo entiendo.”
    

Pero las cosas malas suceden más por cansancio que por maldad: Modric-Casemiro-Kroos no son malos, pero están cansados. Se mueven como el octogenario Carvajal, alias Demonio de los Andes, veterano de los Tercios en Rávena, Pavía, Saco de Roma, Méjico, Perú… Y el ataque serio se reduce a Vinicius, que dio dos veces la vuelta al mundo para hacer una “caneta” brasileira con su Selección, y a Benzemá, nuestro Lawrence de Arabia, ya en edad provecta, que es esa edad que da malas noticias, como la de Ramos y su “síndrome del sóleo viejo”. Se hacen necesarios, como el comer, Mbappé, y sobre todo, Haaland, que tantas novias tiene, aunque siempre se le podría camelar fichando a Miguel Pérez Michu, el Monchi del Burgos, idolazo, al parecer, del noruego, que celebra los goles como lo hacía el futbolista asturiano del Swansea City. El caso es que el Madrid no puede ir por el mundo con Isco de delantero centro. Lo sabe incluso Xavi, que se ha hecho fichar once delanteros para asegurarse tres tridentes y medio para no hacer el ridículo… ¡en la Europa League!


 

La grúa llevándose de Valdebebas el Rolls de Courtois

 

SAÚL Y HAZARD


    Saúl, un zurdo moldeado por Simeone, acabó en el Chelsea, y resume su visión del fútbol-Premier: “Más físico y un poco más loco, más ida y vuelta, que en la Liga. Menos posesión y más entretener a los aficionados”. Y señala como víctima de las diferencias de estilos a Hazard, figura en el Chelsea y náufrago en el Madrid. Cree que en Inglaterra Hazard gozaba de más uno contra uno, y que en España, al tener fama de bueno, se lo ponen más difícil. Pero la diferencia fundamental es que en Inglaterra el futbolista puede viajar tranquilo en el Metro, y en España, no. Courtois, por citar a otro ex del Chelsea, acude a los entrenamientos de portero (barrigazos en la hierba) en Rolls-Royce.

[Lunes, 7 de Febrero]