JOSÉ LÓPEZ RUBIO
1903-1996
José López Rubio, granadino, hizo “de todo lo que se puede hacer con una
pluma en la mano”. Estudió Derecho y escribió en todos los papeles.
Perteneció al grupo de jóvenes –Jardiel, Neville,...– que en los 30
pelearon por la renovación del teatro español. Acabó en Hollywood,
contratado por la Metro como adaptador y traductor de las versiones
españolas de sus películas. Méjico, Cuba y, otra vez, España. Ocupó el
sillón “Ñ” de la Academia. Y fue, toda su vida, un solitario de
vocación. El carmelita Matilla Rengel reveló un día la “vida oculta
monástica” de López Rubio: el carmelita lo recibió y admitió en el
Desierto de San José de Batuecas, a donde había acudido tres veces al
año durante sus últimos veintitrés años. “Era admirable ver a un sujeto
de tal categoría, tan pulcro, de modales tan finos, de palabras tan
amables, llevar la vida austera y el silencio total del Desierto.” Si
quieren saber si un hombre es religioso, tiene dicho Wittgenstein, no le
pregunten: obsérvenlo.
IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)