domingo, 23 de mayo de 2021

La izquierda paritoria


 

Hughes

Abc

He entrado en Twittr (error) con la morbosa intención de recabar algunas piezas de pedrosimonismo lírico colchonero, pero he encontrado que Ana Iris Simón era TT. Que Ana Iris Simón estaba “encendiando las redes”.
 

Esta joven escritora dio un sorprendente discurso ante Pedro Sánchez en un acto o sarao gubernamental y dijo cosas interesantes que se parecían a lo que ha predicado en las entrevistas sobre su exitoso libro, ‘Feria’.
 

Habla sobre la importancia de realidades materiales como el salario joven, las condiciones de vida, las condiciones sociales para el desarrollo de la familia, la vivienda o el equilibrio territorial. Algunas de estas cosas apuntan a una política social real (no interseccional) y también al espinoso asunto de la soberanía económica y del concreto papel del Estado frente al hecho económico. Esto ha levantado muchas críticas en parte de la izquierda y en eso que se llama (a sí mismo) el liberalismo. El motivo es que, si se sigue el hilo de esos argumentos, se acaba en alguna forma más o menos conseguida de nacionalismo económico, de ‘quieto parao’ al mundo del ir y venir global, ese nuevo laissez faire, laissez passer: vayan flujos financieros, vengan flujos poblacionales, y adáptese el salario según las armonías celestes de lo chinoliberal.
 

Ese discurso es la Madre del Cordero, la viga mayor del Tinglado, y por eso lo atacan los dos lados del cogollo: el derechista-liberal y el izquierdista-exquisito, dueños de las dos ortodoxias dominantes ahora mismo. La que manda en los negocios, la que manda en los salones. Alejados, en los márgenes, coinciden en admitirlo dos grupos: una izquierda materialista, clásica, comunistoide, y la derecha nacional tradicional. Esto es una simplificación muy grande, pero más o menos nos entendemos. También lo es decir que parte de ese discurso toca una tecla del trumpismo, que se dirigía al trabajador y a las poblaciones degradadas del interior americano. Sé que diciendo ‘trumpismo’ no le hago un favor a Ana Iris Simón (dentro de la irrelevancia de este blog, claro), porque el trumpismo está contaminado aquí de las peores cosas imaginables, pero el improbable lector que haya llegado hasta este punto quizás sepa que el trumpismo tiene otras connotaciones, casi todas positivas. Es, para empezar, un movimiento político que puede presentar resultados ciertos y exitosos en cuanto al salario real de los trabajadores. Bastaría con eso. Pero el trumpismo es aceptado aquí (en la medida en que Ana Iris Simon lo es) sólo con la condición de que sea expresado a través de una escritora joven y de izquierdas. Esto es sorprendente, o quizás no tanto. La derecha lleva tiempo hablando de esto, pero sólo cuando lo formula alguien de la izquierda, y además una mujer en los treinta y tantos (me aventuro, porque podría estar en los veinte, pero no quiero pecar de galante) entonces el discurso sí entra en la conversación pública. El discurso contra las delirantes políticas de identidad de la izquierda o contra sus retos globales eco-enajenantes, todo esto sólo se puede decir si eres una mujer de izquierdas. De lo contrario, no sirve de nada o es simplemente fascismo. No es que a Ana Iris Simón le estén diciendo cosas más bonitas, pero al menos es escuchada. La sacaron en EP, se la pusieron a Sánchez delante. Bien por ella.

Mucha gente de derechas me ha recomendado su libro o ha preguntado mi opinión al respecto. Había un interés vivo en ellos. Esto nos permite pensar en un lugar común de entendimiento entre ideologías (no es difícil: simplemente redescubrir el mediterráneo, respetar un poco la biología, conservar el país y llegar a fin de mes) y también en la eterna dependencia que la derecha tiene respecto a la izquierda. Sus ideas han de encontrar un paladín de izquierdas o exizquierdas. ‘Asín’ es la derecha española.


El énfasis en la familia les acerca, y tiene un efecto muy grande en la gente joven inteligente que piensa en estas cosas. Que enlaza su vida con la situación general. El retumbante tic-tac, la ansiedad por tener familia, último agarradero en el abismo nihilista, convierte este asunto en una ideología-bolso, llevable, ponible, casi en una forma de vida. Casi se podría llevar el libro en la mano para insinuar las intenciones. “Quiero casarme, tener hijos”. La insistencia generacional es agobiante, más si se ve con los ojos pasotas de Generación X, y recuerda a los padres y el eterno “se te pasa el arroz, hijo”. Sí, efectivamente: en ese límite histórico-político-biográfico del ‘pasarse el arroz’ estamos y por eso este discurso se hace poderoso, existencial, casi urgente. A la vez nacional y personal. ¡A España se le pasa el arroz! ¡Es un general y colectivo pasársenos el arroz!
 

Frente a la izquierda paritaria del feminismo obsesionante: esta izquierda paritoria. La izquierda paritoria que es lista como para salirse de la burbuja-Madrid, de la burbuja-discurso de la izquierda pimpante actual, que (volvemos al inicio) es el siamés del hegemón liberalio. En realidad, son dos individualismos que se dan la mano (el matiz viene después…).


En fin, que quién nos iba a decir (y menos mal) que de una parte del trumpismo (otra parte suena en Vox, y otra no la veremos aquí jamás) se hablaría en España por boca de mujer-novelista-joven de izquierdas. Pero… ¿acaso se puede decir de otra manera?

(Frente a la aparente inutilidad de la izquierda dominante, esta izquierda aportaría dos grandes cosas: el final, es decir, el discurso, la forma, que ya sabemos no puede no ser de izquierda, y el alfa, lo generador: la ideología paritoria; frente al coñismo feminismo, el otro gran coñismo generador, paridor, engendrador, musa-madre-amante-abuela, universal nuevo, la gran matriz material, popular, riente, sabia, procuradora… Postclitorial ya, profundamente uterino y sabio, con sabiduría ancestral-intuitiva ¡Este feminismo sí!)