LOLA FLORES
1923-1995
Lola Flores, el “Cristo de Velázquez cabreado”, se llamaba Dolores
Flores Ruiz y “no la sabría pintar ni el que inventó lo moreno”. No era
el suyo un perfil apacible, decía Pemán, que le escribió: “Torbellino de
colores, / no hay en el mundo una flor / que el viento mueva mejor /
que se mueve Lola Flores.” A Ruano le hizo las mejores confidencias: “No
se puede hacer nada sin estar enamorada”, “Que te vengas a comer, y a
merendar, y a cenar y a dormir. Ya sabes lo ‘muchísimo’ que te quiero”,
“Desde niña fui muy fantástica. Quería llamarme Carmela y cantar y
bailar en un teatro muy grande con el cuerpo todo bordado con perlas muy
pequeñas”, “A mí no me importa el dinero y me gustan los novios sin
dinero”, “En esta foto que tengo la boca abierta estoy muy bien y se me
ve hasta la campanilla”... Y quien quiera reparar en la magnífica visión
de todas las cosas visibles, que guiñe un ojo.
IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)