Francisco Javier Gómez Izquierdo
El mal está consumado. La peste del VAR ha venido para diezmar entendimientos y personas que pasaban por sensatas enloquecen los domingos explicando que cosas que se hacen en el fútbol con la mano son penalty y los miércoles y sábados los mismos manotazos ya no lo son. En el bachiller antiguo don José Miguel nos explicaba con mucho arte las paradojas de Zenón de Elea que embobaba a los griegos con que si el veloz Aquiles nunca alcanzaría a la lenta tortuga o que la flecha disparada no se mueve porque en cada instante del tiempo no hay movimiento, soltando una galimatías retórico que intimidaba.
Salía un cínico como Diógenes que se levantaba y echaba a andar para derribar las conclusiones del tenido por sabio y demostraba lo errático que puede llegar a ser el palabrerío. Nos reíamos sin imaginar que los Zenones se multiplicarían en el siglo XXI. La edad hace que me olvide de casi todo, pero hay cuatro cosas que han hecho callo en la mollera y una de ellas es el reglamento del fútbol con sus 17 reglas y el castigo de las infracciones. El reglamento hablaba de intencionalidad. Y aunque hay faltas en las que no cabe el dolo (la mala idea o intencionalidad) son señaladas como culpables por el daño o perjuicio que se hace a un contrario al que se pisa sin querer o al que la patada dirigida al balón impacta en el rival por anticipación de éste o torpeza de aquél. Intencionalidad es lo que reza en el Reglamento. Llegaron las teles con su cámara lenta, sus cincuentaysiete perspectivas, las circulares de UEFA que suelen ser decretos-ley para dos o tres años, y de remate el nefasto VAR además de las interpretaciones de cada federación... y ¡¡los locutores a lo Zenón!! que quieren hacernos ver a los que llevamos cuarenta años en los juveniles que los penaltys de mano brotan espontáneos como las buganvillas de los patios de Córdoba.
Un servidor lo tiene claro. La mano es penalty si es voluntaria, o si, involuntaria, desbarata una clara ocasión de gol. El interés en enredar, confundir y despreciar al aficionado al fútbol yo lo veo con una intencionalidad que no tienen el 90% de las manos que se llevan pitando desde que el VAR desgobierna el fútbol. Nos quieren, los de las teles, la Uefa, la Fifa, las federaciones y los periodistas, calladitos en el chabolo en vez de en el estadio, abonados a sus negocios y rumiando los misterios del nuevo fútbol.
Lo más triste son los conversos que saben y entienden cómo y cuándo debe entrar el VAR. Son como esos exquisitos que van una semana a la hospedería de Silos y vuelven explicándote cómo es la vida de los cartujos. A tí, que llevas toda la vida subiendo a Fuentesblancas y que distingues a San Bruno a la primera allá donde te lo encuentres.
"Mira, ése es San Bruno, es muy fácil reconocerlo" dices. " Otro penalty a la moderna. Por mano involuntaria", dices. Da lo mismo lo que dices, pero no me van a convencer con lo que digan ellos.