jueves, 12 de septiembre de 2019

Trabajar



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    “No trabajéis jamás”, fue una pintada del mayo francés, y la socialdemocracia supone la consagración de la primavera… del 68.

    Pero ahora me entero por un amigo de que lo que queda de la socialdemocracia alemana descubre con horror que el derechismo se da, y va en aumento, entre “adultos que trabajan y pagan impuestos”, para susto de Herr Klopp, un alemán que entrena al Liverpool y veranea en Ibiza y que dice que él jamás votará a “la derecha, porque baja los impuestos”.
   
 Que los trabajadores son de derechas lo sabe en España todo aquél que haya metido en casa a un obrero, pero en Alemania han tenido que recurrir, para verificarlo, a Herr Krüger, de la Oficina Central de Formación Política del SPD. Almas de cántaro, ¿por qué creéis que Marx quería hacer filósofos (y a la española, es decir, cornejas de Horacio: gentes que se adornan con plumas ajenas) a los obreros, cosa que le criticaba el lúser de Bakunin?

    El trabajo es una maldición divina (sólo los protestantes lo ligan a la salvación) que aquí, en el 31, un merluzo, Araquistáin, incorporó al artículo primero de la laica Constitución republicana, dejando sin amparo político a la mitad del país, enfilado, por tanto, a la guerra civil.

    A John Gray le resulta aberrante “la excelente consideración que el trabajo tiene entre nosotros”, pero él habla de Inglaterra, un país de derechas (sin desempleo) y atendido en el pub por nuestros licenciados, que no tienen salida en España porque España es un país de izquierdas, como se ve en los bares (a este lado de la barra, eso sí), en los partidos, en los periódicos, en los platós, y, de dar crédito a gente que está en la pomada, también en el Ibex.

    La relación de los conceptos “trabajo”, “derecha” e “izquierda” es hoy un cubo de Rubik cuya solución apuntó José Luis Castillejo (poeta, pintor, diplomático) en “La escritura no escrita”:

    –En la escritura no escrita el texto está fuera. En la escritura escrita el contexto está fuera.

    De nada, Herr Krüger.