Lady Hale
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Si en Londres salió la juez Hale (“remainer”) a leer el papel del Brexit con una araña en la solapa, en Madrid podía haber salido el juez Requero (pepero) a leer el supremo aval de Franco con un cuervo al hombro.
En consideración a los ciudadanos que todavía levantan una ceja ante las decisiones de los jueces diremos que la cosa judicial no es un poder (afortunadamente); es una autoridad, en el mejor de los casos; y siempre una rama del mando. En Inglaterra, Monarquía parlamentaria, el mando está en el Parlamento, y en España, Estado de partidos, el mando está en el consenso. A Franco no lo saca (¿habrá “ejecución póstuma”, como con Cromwell?) Sánchez; a Franco lo saca el consenso.
En el puesto de Lady Hale, sólo un juez sacó los pies del tiesto, Coke, inmortal por decir (¡cuando el mando estaba en la Corona!) aquello de que “el Common law protege al Rey”, contra lo cual se revolvió como una hidra Jacobo Estuardo, gritando:
–¡Esta afirmación constituye traición: el Rey protege al Derecho, no el Derecho al Rey!
Coke se desmayó, pero entró en la Historia.
De Lady Hale se habla porque lleva una araña en la solapa. No es mal comienzo, si tenemos en cuenta que la justicia es, básicamente, literatura. La araña teje y los fabulistas “textan”: ahí está la tertulia de la araña y la abeja que monta Swift en la biblioteca de Saint James en Londres. Barthes recuerda que “texto” procede de “textus”, participio pasivo de “texo” (tejer): le fascina la hipótesis freudiana de que las mujeres aprendieron a tejer al cruzar los pelos del pubis para hacer con ellos un pene fetiche.
¿Y el cuervo? A mí me gusta por Poe, que lo convirtió en el “icono emblemático” de la necromancia, y por Heinrich, el zoólogo que descubrió su capacidad para el engaño, pues el cuervo finge esconder sus provisiones en un lugar para luego ocultarlas en otro. Como nosotros.
–Entre nosotros –dice John Gray–, los mejores mentirosos son los que se mienten a sí mismos.
Ahora mismo, los españoles.