jueves, 19 de septiembre de 2019

El Único




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Al español le encanta el sistema (vota que se las pela y nunca lo he visto quejarse), así que Pedro Sánchez toca la campanilla de votar por… “¡un gobierno único!”

    –¡España se merece un gobierno único! –contesta cuando lo invitan a “pedir perdón a los españoles”, mientras paladea los versos de Almafuerte: “No soy el Cristo-Dios, que te perdona. / ¡Soy un Cristo mejor: soy el que te ama!”

    Sánchez es “El único y su propiedad”, el título, según Schmitt, más bello y, al mismo tiempo, más alemán de toda la literatura alemana, obra de Max Stirner, el metafísico de los vagabundos que fundó su causa sobre la nada; un Juan Bautista de Nietzsche, que le plagió y silenció. ¡Coño, con el egoísmo stirneriano de Sánchez!

    –Yo soy el indecible. Yo sólo me muestro.
    
Marx y Engels escribieron un mamotreto para refutar a Stirner (harían lo mismo hoy con Sánchez, pero en forma de artículo de fondo en el “paper” de las elites), aunque a Nietzsche se le oyó decir en privado que “El único” era “lo más audaz y consecuente que se ha pensado desde Hobbes”. Luego Nietzsche se vuelve loco, filosofa con el martillo y firma sus cartas “Dyonisos” y “El Crucificado”, diciendo cosas muy sanchistas (ahí está el desengaño de Pablemos con la carta de Sánchez a Rivera), como ésa de que escribe para una especie de hombres que no existe todavía: la de los amos de la tierra:

    –Yo soy el principio de la gran política sobre la tierra.
    
Nadie por delante y, desde luego, nadie por detrás. Igual que nuestro Sánchez, cuyo prestigio sólo admite una duda: ¿se trata de un primer carisma o de una segunda legitimidad?
    
Le général De Gaulle n’a pas de prédéceseur! –respondió el general De Gaulle a los sindicalistas que tras el golpe de Estado acudieron a presentarle sus respetos y a recordarle los compromisos con sus predecesores.

    Talludo como De Gaulle y delirante como Nietzsche, Sánchez, El Único, es el designado para consolidarse como casta hegemónica “sobre” el Estado, “el más frío de los monstruos”.