Vicky López en los inicios de Podemos
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Del jefe de Podemos en Córdoba ya dijimos que hubo un tiempo en el que vendió árboles a corazones puros que no necesitaban ver lo que compraban. Cuando un cliente curioso quiso regar el cerezo que había pagado y se acercó al campo de Galicia donde en teoría crecía su criatura comprobó que ni había cerezos, ni azadas, ni ecologistas. El asunto se calificó como estafa y aún debe andar por los juzgados. Los comerciales, uno nuestro podemita, se consideraron estafados, pero no niegan que cobraron comisión por sus ventas.
Al jefe de Podemos en Córdoba se le nota que pinta más bien poco entre sus colegas y todo se le va en convocar asambleas y reclamar placas solares. Son dos cosas que se le ocurren sin venir a cuento y en las que pone mucha solemnidad. La que de verdad puede en el Podemos de Córdoba se hace llamar Vicky, pero en realidad se llama Victoria López y Ruiz. Cuando Errejón, Garzón, Anguita y los periodistas de la cadena Cuatro hacían bolos por las ciudades, aquí en Córdoba la que se sentaba en la mesa de proponer y ordenar era Vicky López. Con mirar de inquisidora y aires de mujer terrible presume de intimidar y hasta Elena Cortés baja los ojos cuando Vicky López manda.
Tiene tanta presencia que, dicen, asusta a los hombres.
La socialista Isabel Ambrosio -una señora de escasa instrucción- es alcaldesa de nombre, y como debe el cargo a los comunistas de Pedro García y a los Podemitas de Vicky López, no le queda otra que hacer suyas las rarezas de esta pareja tan antipática y tan obsesionada en bendecir el Islam y perseguir a los católicos. Ya saben ustedes del empecinamiento en quitar la mezquita a los curas y dársela a los musulmanes, de las ausencias en la procesión de la patrona de Córdoba y del cariñoso abrazo a los hermanos del Profeta, del continuo disparate fruto del profundo desconocimiento de estas dos calamidades de la plantilla consistorial.
Ayer, nuestra alcaldesa escuchó la orden de la concejala Vicky López: “Un minuto de silencio por las VÍCTIMAS INOCENTES caídas en Siria bajo los bombardeos franceses”. Isabel Ambrosio calló, bajó la mirada y obedeció. Uno cuantos concejales avergonzados se ausentaron del indecente escaparate que la orgullosa Vicky López había conseguido emperejilar. ¡No es nadie Vicky López! Cuando en septiembre los salesianos sacaron a su María Auxiliadora y pasaron delante del local de Podemos se oyó nítidamente: “Se os va a acabar sacar los palos a la calle”. Juran que Vicky López estaba allí.