viernes, 13 de noviembre de 2015

Las sometidas

Hughes
Abc

En el segundo debate de investidura de Mas ha habido una intervención que no se ha destacado. Y creo que no se destacará mañana. Ha sido Marta Rovira, de Junts Pel Sí.

Doña Marta ha dado la nota sentimental. Pero de un modo escalofriante. En un momento dado, ha recordado el origen humilde de su familia, Primero, el trabajo infantil. Que bueno, bien, compunge. Pero es que a renglón seguido ha dicho algo así: “Las mujeres de mis familias luego se metían a estudiar comercio porque el Régimen les decía que tenían que aprender comercio. Pero ahora ya no. ¡Ahora ya no! ¡Eso se ha acabado! Ahora estamos cerca de que la mujer estudie lo que quiera, de que se realice”.

Palabra más, palabra menos. No es literal, pero es el espíritu.

Que alguien hace décadas estudiara comercio por norma o costumbre se ve como un agravio y una imposición del Régimen. Hay mujeres mutiladas, mujeres esclavizadas, mujeres sometidas en atroces serrallos… y luego están las señoras catalanas que estudiaron comercio.

El comentario, dicho con el tono de una libertadora sollozante, explica un poco el tipo de pensamiento que se ha ido cobijando en esa coalición. Es como si las explicaciones de la izquierda más autoindulgente se hubieran ido rozando con los del nacionalismo hasta conseguir, por contacto, una explicación conjunta absurda, omnicomprensiva y mágica. Un híbrido flipante. Es como si cada uno de La Trinca hubieran tenido un hijo con Maruja Torres y a la progenie resultante la hubieran vuelto a cruzar. Pues el resultado de eso.

No merece la pena darle más vueltas al asunto. No son horas. Pero entre los ejemplos de mujeres sometidas de la historia, ya para siempre tendré en la memoria a la “tieta” de Marta Rovira, que, sometida por un régimen atroz, de jovencita se iba a dar clases de comercio con su falda de tablas y su rebequita.