Última temporada del Córdoba en 1ª. Fermín (la figura)
Del Bosque (joven prometedor) y Sanchís (de vuelta de tó)
Francisco Javier Gómez Izquierdo
De diez año para acá, y debido a un desfile de lecheras de mucho cuento, ha ido creciendo en Córdoba una masa informe de aficionados al fútbol que varía entre 7.000 y 10.000 y que aspira a verse en 1ª División para presumir de fidelidad a unos colores.
Llegué a Córdoba en 1988 y me convertí inmediatamente en uno de los 1.500 abonados que acudíamos al viejo Arcángel a ver correr al extremo Anquela, hoy entrenador en Granada; saltar a Paco Jémez, hoy entrenador del Rayo; y mandar a M. Ángel Portugal, hoy entrenador en Bolivia; y que, como corresponde a paisano de la Demanda burgalesa, solía tomar alguna cerveza con un servidor. De repente, y en el pozo de 2ª B, apareció Sandokán sin freno en la billetera y el club se convirtió en un despropósito continuo sin una sola persona sensata que pusiera un mínimo de cordura. En desconcertante lugar, Sandokán llegó a decirme que el Córdoba le había costado más de siete mil millones de pesetas y no había conseguido el ascenso que alcanzó nada más abandonar el joyero la nave, un señor mediocre y sin un duro con un entrenador de esos que llaman de perfil bajo (Escalante). Sin tener el gasto como cierto, sí que aseguro que un batallón de golfos se lo llevó calentito aprovechando la ignorancia y los sueños de Rafael Gómez.
Suelo acudir a los partidos de los juveniles y allí veo a los aficionados del viejo Arcángel molestos ante esta euforia de inconscientes entusiasmados por la próxima llegada del Barça. Hubiera pasado lo mismo con el Real Madrid. El caso es que el actual presidente, un buscavidas al que no quisieron en Madrid, Cádiz ó Mallorca, donde prometió al veterano Figo, como si fuera el nuevo Florentino, ha cogido el regalo de la eliminatoria como su negocio particular y a puesto precio a sus caprichos: entre 70 y 100 euros por ver a Messi. Como si Messi fuera suyo. Mi sorpresa viene por la falta de reacción cordobesa al admitir con resignación tamaño atraco sin la mas mínima protesta, echándome en cara mi preferencia a que se hubiera clasificado el Deportivo Alavés, para poder prosperar en la competición.
-Si usted va en avión a Barcelona a ver el partido de vuelta le sale más barato que la ida en el Arcángel.
El infantil entusiasmo ante la venida de los falsos héroes me aparta definitivamente de esa leyenda alimentada por los propios cordobeses que los tiene como Sénecas sentenciadores y su nación la más seria de todas las de Andalucía.
-Más serio que tabernero cordobés.
Aficionados de sofá, con complejo de inferioridad futbolística, y de fácil querencia a los que siempre ganan -lo mismo da Madrid que Barça- se incomodan por que uno quiera que el Córdoba gane la Copa.
-Contra el Alavés teníamos opciones. En semifinales espera un Madrid que no es muy copero y al que le puede ganar el Celta...
-Ganar la Copa es imposible. Lo mejor que puede pasar es lo que ha pasado. Que venga el Barça de Messi o el Madrid de Cristiano... y que el club haga una buena taquilla.
Así habla mi vecino, al que le tengo que sacar una entrada para él y otras dos para sus nietos, porque a los socios nos permiten comprar unas cuantas entradas cuando retiremos el suplemento de 30 euros que nos pide el presidente. Un presidente encantado con los cordobeses, pero mucho más con el millón largo que va a recaudar.
Así habla mi vecino, al que le tengo que sacar una entrada para él y otras dos para sus nietos, porque a los socios nos permiten comprar unas cuantas entradas cuando retiremos el suplemento de 30 euros que nos pide el presidente. Un presidente encantado con los cordobeses, pero mucho más con el millón largo que va a recaudar.
Barça que perdió la Liga en Córdoba con gol de Fermín al cordobés Reina