martes, 9 de diciembre de 2025

Satirizar la idiotez


Donald McKinnon


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El filósofo-teólogo escocés Donald McKinnon fue el profesor predilecto de Steiner, que vio en él a un kantiano “que vivía el periódico hasta la última letra”, pues a estos vicios lleva el kantismo. McKinnon leyó un día en “Le Monde” lo del general francés Massu haciéndose torturar en Argel con un cable en el sexo para, a las tres horas, declarar: “Las quejas de las víctimas son exageradas”. McKinnon tiró el periódico, entró con toga en una sala abarrotada para hablar de Kant y la ética y explicó que, ante un suelto así, no podía seguir enseñando más Kant ni más ética.


Podemos pensar que McKinnon, de cólera legendaria, fue un Massu de la ética. Una vez, dando clases en Cambridge, se clavó una cuchilla de afeitar en la palma de la mano, en una especie de rito de concentración (o en alusión a la lógica de Ockham). Y otra vez, en su calidad de investigador adjunto en Balliol College (Oxford), MacKinnon se metió debajo de la mesa para morderles en las espinillas a los hombres insufriblemente aburridos que tenía sentados frente a él.


Viene McKinnon a la memoria al ver dos videos de Bolaños, “papafrita” mayor del Régimen, parlotear ante una cámara. En el primero dice que “el gobierno tiene el deber legal de respetar el fallo del Supremo sobre el Fiscal General, pero también el deber moral de no compartirlo”. Y en el segundo anuncia a los magistrados de la APM que “el Ministerio Fiscal actúa con autonomía”, a lo que los magistrados responden partiéndose de risa, como los soldados de la guardia romana en la escena de los Python en que Michael Palin hace el número del “pijus magníficus”.


En este punto del Régimen, la decisión racional es “satirizar esta profunda idiotez”, en expresión de Gad Saad, acuñada en el 16, ante la histeria psicógena general “que fagocitó a mis colegas académicos y a la gran mayoría de mi círculo social” tras la victoria de Trump, a sabiendas de que “ninguna sátira puede competir con las payasadas progresistas”.


El progresismo es en sí mismo un sistema de creencias incoherente en términos cognitivos y axiomáticamente irracional. La sátira es una estrategia que empleo con frecuencia para criticar las ideas patógenas.


En la patocracia bioleninista de la Unión Europea, ideas patógenas son todas aquellas que escapen a la comprensión de Kaja Kallas, nuestra pensadora Penagos. Saad invoca a dos peces gordos: Jefferson (“El ridículo es la única arma que pude utilizarse contra las proposiciones ininteligibles; las ideas deben ser claras y distintas previamente a que la razón pueda actuar sobre ellas”) y Sloterdijk (“El mejor modo de comprobar cuánta verdad hay en una cosa es reducirla al ridículo y ver cuánta broma aguanta; pues la verdad es un asunto que resiste la burla y que de cada ironización sale cada vez más fresca: lo que no aguanta sátira es falso”).


El 78 era Bolaños yendo a las Cortes en “haiga”, escoltado por un par de damas de acrisoladas virtudes policiales.


[Martes, 2 de Diciembre]