martes, 23 de diciembre de 2025

El macho cabrío


Botho Strauss


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


“Habrá guerra”, predijo Botho Strauss (contra los “tiempos de charlatanería” y la “subversiva cursilería sentimental”) en el “Spiegel” del 8 de febrero del 93 con su biopsia de la tragedia en “El canto creciente del macho cabrío” (“Anschwellender Bockgesang”).


Treinta años después, aquí estamos los españolejos, disfrazados de teniente coronel Kilgore oliendo a guerra mundial por la mañana: “¿Hueles eso? ¿Lo hueles, hijo? Es la guerra. Me gusta el olor de la guerra, sobre todo cuando amanece. Una vez bombardeamos una colina sin parar durante doce horas y cuando acabamos de machacarla subí a ella. No encontré nada, salvo un cadáver. ¡Pero qué olor aquél! ¡Allí olía a victoria!”


De las dos primeras guerras mundiales nos privaron Dato y Franco, pero todo el 78 liberalio está en el empeño de meternos en la tercera, a la que también nos llevará Alemania, enferma de guerra. “¿Es tan difícil reconocer que la nación alemana no ha tenido hasta ahora la historia de una vida que mostrar a sí misma, sino solamente la historia de una enfermedad (‘Krankheitsgeschichte’)?”, nos dejó dicho Hebbel, amigo de Heine.


La historia humana, según Freud, puede entenderse únicamente como una neurosis. Un capataz de BlackRock, cuyo ceo, por cierto, preside ahora el Foro Económico Mundial (según el coronel Macgregor, el dicho más corriente, por lo bajini, en las altas oficinas de Washington es “Si Larry Fink lo dice, no te lo creas”), de nombre Merz y que funge de canciller alemán, habla de imponer ya el servicio militar obligatorio, “al menos para los jóvenes”.


Las mujeres aún no pueden ser incluidas, porque la Constitución no lo permite –matiza el andoba, decidido a respetar al menos ese punto de una mal llamada Constitución que es una Ley Fundamental redactada en el 49 por un nazi patanegra, Theodor Maunz, maestro de nuestro Sánchez Agesta, a instancias de un ejército de ocupación. Seis años antes, Maunz había alumbrado para el Reich su “Forma y derechos de la policía”, que establecía para la policía como única ley la voluntad del jefe.


Nos obligan por ley a ser bondadosos… –avisó B. Strauss–. Nadie prevé si nuestra no violencia sólo está retardando la guerra hasta nuestros hijos


Europa. La Ilustración. Burckhardt reparó en los grandes apóstoles de la Revolución. Antonelle, que postula la “igualdad aproximativa de los bienes” mediante la supresión de un tercio de la población. “A más de la mitad”, exige J. B. Saint André. Guffoy quiere dejar a Francia con sólo cinco millones de habitantes. “No hay intenciones de imponer ni el comunismo ni el socialismo; el único deseo es una nueva propiedad privada”:


Y para que esa elite pueda ser plenamente satisfecha, una masa de personas tiene que morir. Se trata de la meta del “buen” vivir de la Francia [Ilustración] moderna.


Trump, en efecto, no es Hamilton, quien, según Talleyrand, “habría divinizado Europa”.


[Martes, 16 de Diciembre]