lunes, 22 de diciembre de 2025

Qué manera de perder



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La Xabineta es un tren de la bruja para cuñados jotdáun. Piperío fino. Jotdáun para cursis es como el Tercer Estado para Sieyes: “Todo”. El cuñadismo jotdáun vino de Francia, como Mbappé, y es combinación de la canción de Renaud (“Mon beauf”) y la caricatura que del “beauf” hiciera Cabú: chovinista, barrigón y vulgar que es una máquina de votar en la política, y en el fútbol, una máquina de pitar al jugador sobresaliente cuyo talento se le escapa, y al que grita, siempre, siempre, siempre, “millonario”, “mercenario” y “borracho”. El cuñadismo jotdáun es el sujeto constituyente de la mediocracia.


Mediocre y rampante se llega a todo –nos dejó dicho Beaumarchais, revolucionario (francés y norteamericano), y en sus ratos libres, espía, dramaturgo, músico, financiero, traficante de armas y relojero.


Bale, probablemente el jugador más inteligente que ha pasado por el Bernabéu desde Bernabéu, radiografió hace unos días esta barbarie ibérica: “Nunca jugué tanto al golf como dijeron. La gente inventó una imagen de mí irreal. Y yo fui ingenuo por no defenderme. ¿La bandera “Wales, Golf, Madrid. In That Order”? No podía tirarla al suelo, era la bandera de mi país. Los medios españoles me crucificaron”.


El piperío se ha comido, consecutivamente, las derrotas ante Celta y City en el Bernabéu con una grandeza de ánimo que invita a pensar que ha interiorizado que la misión de Xabi es enseñarnos a perder como Mourinho nos enseñó a ganar. El piperío salía el miércoles del Bernabéu más contento que las zapatillas blancas de Xabi (ni a ponerse zapatos ha aprendido del Pep), y salía contento sólo porque Rodrygo había metido un gol. “Hemos perdido, pero Rodrygo ha metido un gol. Xabi merece seguir, que el Proyecto son tres años, no seis meses”. Si en diciembre todos (y todos es todos) los jugadores parecen infinitamente peores que en junio, en tres años el Real Madrid podría ser el Leverkusen, donde “Xabi lo ganó todo”.


Santayana tomó a Ralph Waldo Emerson por una especie de Goethe puritano antes de introducirse en la complacencia en la mediocridad para halagar a sus compatriotas “e indirectamente para halagarse a sí mismo”. Como un Goethe del fútbol, nos vendió a Xabi el piperío fino que el miércoles pitó primero a Guardiola (que se las tuvo tiesas toda la noche con una señora árbitra, a la que “perimetró” de lapitos, ese tic guardiolés, como si del mismísimo Adamovich, el lanzador de cuchillos a la chica del circo, se tratara). Y luego pitó a Vinicius, el “bad boy” para todos los mediocres. El piperío cree que hay una maldición que impide a Xabi desarrollar su fenomenología del Espíritu, y que esa maldición es Vinicius. La idea es convertirlo en el chivo expiatorio del fracaso de Xabi, como han hecho con Salah en el Liverpool del “calbo” Slot.


En el estadio, lo divertido fue observar en la banda a Guardiola, probablemente el mejor entrenador del momento, que hasta aquí ha llegado el fútbol. Bien vestido, como corresponde cuando se representa a un club importante, hacía continuas correcciones que los futbolistas atendían con disciplina militar. Y te venían a la cabeza las confidencias de Yayá Touré: “No veo a un hombre, veo a una serpiente. No me puso en un año y después me dijo que tenía que volver a Barcelona, que me quería. Mi mujer me dijo: ‘¿Vas a hacer caso a esa tontería? Te trató como a un perro y ahora quiere que te quedes, ¿y tú te vas a quedar? Vamos a Manchester. No es un hombre, es malvado, como Satán’.” Touré marchó al City, y Guardiola, también. El miércoles el City volvía al Bernabéu; sin Touré, pero con Guardiola, a quien la prensa pidió un consejo para Xabi, el tipo que ostraconeó a Endrick, y de la boca de Pep manó leche de tigre: “Que Xabi mee con la suya; como no meará colonia, le irá bien”. A esta meada se agarran quienes han traído a Xabi para aguantar con Xabi hasta 2028. Es más, el gol de Rodrygo podría traernos la renovación de los dos, de Rodrygo y de Xabi, que se sufragaría con la venta de Vinicius y de Endrick. Con esta manera de perder, el próximo himno, a Sabina.


[Sábado, 13 de Diciembre]