viernes, 26 de diciembre de 2025

La “Thurmerlebnis”


Norman O. Brown


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Los malos gobiernos, las extorsiones, la codicia y la violencia de los grandes, las guerras y los saqueos, la carestía, la miseria y la peste, a esto se reducía, más o menos, la historia contemporánea a los ojos del pueblo. El sentimiento de inseguridad general causado por la guerra, por la amenaza constante de grupos peligrosos, por la desconfianza de la justicia, se agravaba, además, por el temor del infierno, de las brujas y de los demonios (“Satanás cubre con sus alas sombrías una tierra lúgubre”). Esto dice Huizinga del siglo XV en “El otoño de la Edad Media”. Y esto viene a decir Trump del otoño de Europa en la National Security Strategy de 2025. El nido del águila permanece en Alemania.


El castigo a Alemania por llevarnos a las dos grandes guerras fue darle el mando de Europa, y ahora toda su retórica se orienta a arrastrarnos a la tercera (y última), con aquella alegría de Jünger cuando en lo alto de un tejado vio venir la bici del cartero con la citación para la guerra del 14. Así que si un europeo dice que esta Europa es una inmundicia, podrá ser grosero, mas nunca irrespetuoso, pues vive en una patocracia y tiene de su parte al psicoanálisis.


¡Ay del psicoanálisis! –fue la exclamación de Norman O. Brown en su “Ero y Tánatos”–. No puede admitir que no tiene importancia que la experiencia religiosa que inició la teología protestante tuviera lugar en el retrete.


Se refiere a la “Thurmerlebnis”, como es llamada en la hagiografía luterana la “experiencia en la torre”. Es Lutero quien describe “las circunstancias en las cuales recibió la iluminación que se convirtió en el axioma fundamental de la Reforma, la doctrina de la justificación por la fe”:


Me otorgó este conocimiento el Espíritu Santo en el retrete de la torre.


Los liberales (no nuestros liberalios, que esos todo lo que saben de Lutero es por la novelilla de Benet) nos vendieron el protestantismo como modernidad y progreso (¡capitalismo!, porque lo dice Max Weber), dejando el catolicismo para la Edad Media. Pero Lutero no comulgaba con tal idea de progreso: su filosofía de la historia es que las cosas van empeorando y de que se acerca el fin del mundo. El propósito del cisma luterano era separar el protestantismo no de lo medieval, sino del mundo moderno. Lejos de aminorar el poder del Demonio en el mundo, la Reforma lo reforzó, sostiene Rudwin. El Demonio, pues, es señor de este mundo, y Brown puede decir, en términos psicoanalíticos, que, para Lutero, “la civilización tiene esencialmente una estructura analosádica, que esencialmente está construida por la sublimación de lo anal”.


Dios debe intervenir y poner fin a todo, como hizo con Sodoma, con el universo cuando el Diluvio, con Babilonia, con Roma y tantas otras ciudades que fueron absolutamente destruidas. Esto s lo que pedimos nosotros los alemanes.


Lo malo, en palabras del propio Lutero, es que “el Demonio nos ha embadurnado en verdad con tontos”.


[Viernes, 19 de Diciembre]