Francisco Javier Gómez Izquierdo
Kroos por Alemania y Xhaka por Suiza parecían anunciarnos un nuevo manijerismo en el que un veterano hace de entrenador y manda y controla desde el círculo central. Una moda con sus variantes particulares y específicas de toda selección que pretenda llevar el peso del partido en este nuevo fútbol televisero. Nuestro Kroos tendría que ser Rodri y ya nos temíamos un abusivo magreo a un pelotón indigesto entre Rodri, Fabián y Pedri, pero resulta que nuestro seleccionador De la Fuente le ha copiado el sistema al míster cordobesista Iván Ania y quiere que los dos extremos estén de continuo encarando, busquen al delantero centro y de los rechaces se aproveche Pedri al que lo ha puesto como si fuera media punta -el Zalazar blanquiverde- con lo que la suma da cuatro arriba... más cuatro abajo, deja sólo dos centrocampistas junto a los que, y conforme a los plantes tácticos, los dos laterales, atentos sin opción al menor despiste, ayudarían a desenredar lo que pudiera liarse junto a Rodri. Este sistema puede resultar vistosón, se tarda menos en llegar, en muchos partidos, pero a mi modesto parecer con él se corren muchos riesgos. A servidor lo tiene en continuo sobresalto en El Arcángel y es preocupación con la que aburro a los de mi peña. El sistema convierte a los dos medios específicos, Fabián y sobre todo Rodrigo en sensacionales empleados de multiservicios a los que no se les permite distracción y aún así como los entrenadores contrarios todo lo ven ayudados por esos asistentes que tanto sacan de los ordenadores, no faltará quien se de cuenta del inmenso latifundio, que diría Valdano, que a veces queda alrededor de Rodri, en teoría el mejor mediocentro del mundo. Si en esos espacios, el hemisferio de nuestro campo, se coloca a uno o dos tipos que se han aprendido bien la lección, pues pueden hacer goles sin que nadie se les ponga por delante. Con la colocación novedosa de nuestra selección, los llamados a ser protagonistas, digamos pintureros, van a ser los dos extremos; Rodri y Fabián van a tener que sostener al equipo pues sus errores pueden llegar a ser determinantes; si además, como ayer fue el caso de Fabián, le da el físico para tapar a dos y hasta tres contrarios y le "pilla le inspiración técnica en plena faena", el partido de fútbol puede ser un regalo para el hincha, además de una reivindicación que el mozo de Los Palacios merece. Admítase que la condición física de los Kovacic, Brozovic y Modric pareció, pongamos deficiente. De la carrera de los centrales tras Morata en su gol, tendrán ustedes personal opinión, supongo.
No sé a ustedes, pero a mí no me maravilló Alemania ante una Escocia que enterró su vigoroso temperamento. Suiza pasó apuros ante Hungría, selección ésta con centrales penosísimos que llevaron a sus aficionados hasta la desesperación cuando Orban hizo lo que ustedes ya han visto. Un disparate parecido al de nuestro Unai Simón y que el señor Michael Oliver interpretó mal. ¿Vió penalty? Pues bien pitado. Si el VAR, en teoría, corrige el error ¿por qué no va a ver la jugada? Se lanza el penalty y gol tras rechace de Unai. Da gol. El VAR avisa de la infracción del croata que se mete en el área y lo anula. ¿Por qué el VAR avisa de ésto y no avisa cuando se da córner sin serlo? Rudiger, en Champions con el Chelsea, marcó al Real Madrid un gol de córner que no fue. "El protocolo de actuación"... dicen los defensores del artefacto.
En el Italia-Albania se apreció muy buena preparación física de los albaneses que les tendría que haber dado para al menos empatar, pero los italianos se sabe que son competitivos y como se esperaba salieron airosos del compromiso... y es que contra Albania los considerados buenos tienen que ganar. Nosotros, España, estamos entre los buenos. Sólo me aparecen dos excelentes: Francia, sobre todo, e Inglaterra, pero no son tan excelentes como para alcanzar la categoría de invencibles.
¡Ah! Esta tarde a las ocho y con el sistema de Luis de la Fuente Barcelona B- Córdoba, el partido del año para el cordobesismo. Servidor, que está estos días como burro en un berzal, lo verá con el corazón en un puño.