Sería una enorme injusticia no citar aquí la torería de José Chacón banderilleando, que nos dejó sin duda alguna lo más bello y más torero de la tarde
JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Decía siempre un gran aficionado y añorado amigo, delantera de andanada del 9, don Javier Maldonado (qDg), que él nunca asistía a la Corrida de Beneficencia por ser corrida facilona y de público sobrevenido, y que para llevarse un disgusto, prefería quedarse en su casa tan tranquilo. Hoy, a la salida de los toros el aficionado Ch., noventa y cinco años de afición insobornable (aunque se confiese belmontista), decía en nuestro corrillo, a la salida de la corrida, que se estaba planteando muy seriamente no volver a los toros, tras lo vivido en esta tarde absurda, negación de toda afición y epítome de los despropósitos que van transformando la tauromaquia en algo que se aleja de lo que conceptuamos como lo bueno, o lo óptimo, y que, sin embargo, es cantado por el populacho como oro molido. Por lo que pudiera pasar las mentes pensantes tuvieron la ocurrencia de colocar en el palco a Timi esta tarde, que Timi es tan de garantía o más que los toros de Justo Hernández.
Seamos generosos y aceptemos de manera natural que el que se compra una entrada, aunque sea la primera vez que va a los toros, tiene el mismo derecho a sacar un pañuelo blanco que aquél que tuvo unos parientes que se arruinaron por seguir a Emilio Méndez (éste es mi caso). Nada avala nada. El que ha visto mil corridas con criterio tiene una opinión fundada; las viejas gorras de los acomodadores de la Plaza habrían visto cinco mil y no tenían criterio alguno. El obtener satisfacción de la corrida, o de Velázquez, o de Mahler está en relación con el conocimiento: cuanto más has conocido, si lo has hecho con criterio, tu umbral de exigencia se agranda y cada vez te van valiendo menos cosas. A nosotros nos fastidió la vida, mostrándonos la verdad, Antoñete, al que tienen ahora de mamarracho dando nombre a una copa absurda (con lo que a él le gustaban las copas y lo demás) y a una corrida in-memoriam para la que han contratado a tres patentes negaciones de la tauromaquia de Antoñete; como también nos ha fastidiado la vida la Andanada, desde la que se ve la geometría del toreo a vista de pájaro y no hay error que no se resalte y se magnifique. Pero ya no es hora de echar marcha atrás. Sin esas cosas lo mismo hoy habríamos vibrado con las tristísimas propuestas de Fernando Adrián, torero de nulo interés que con esta suma su tercera puerta grande consecutiva en Madrid. Y para quien tenga memoria, ahí están las cuatro puertas grandes del gran César Rincón: la del Santanerito, número 40, de Baltasar Ibán (2 orejas), la del Galliento, número 113, de Murteira Grave (2 orejas), la de la Beneficencia del 91, con toros de Samuel Flores, mano a mano con Ortega Cano, los dos a hombros o la del toro Ramillete, número 175, de Moura (2 orejas), cuatro tardes que nos acompañarán mientras vivamos, y frente a eso aquí tenemos hoy la tristeza de la tercera e innecesaria puerta grande de Adrián, esta vez con los toreznos cutres de Garcigrande, otra puerta grande sumatoria de una más una orejas, hecha de flacas faenas que, como aqel famoso río Lethes de los antiguos romanos, producen el olvido.
La historia de esta tarde arranca de antes, de cuando se cae Morante de la Puebla del cartel. Muchos han querido ver en Morante a un epígono de Gallito, porque se compró, o le vendieron, un despacho espantoso de estilo «remordimiento español» que perteneció al Coloso de Gelves. Joselito el Gallo ha sido la mejor cabeza que ha existido en el Planeta de los Toros, y lo mismo integró en su tauromaquia firmísima los avances de Belmonte, que dio pie a la promoción de las Plazas Monumentales, que influyó en ganaderos… Morante terraplanó el ruedo de Las Ventas y ensayó el quite del bú, pero no se parece en nada a Gallito porque él a quien se asemeja es al atrabiliario Enrique Vargas «Minuto», inventor de máquinas y aparatos y de un peto para los caballos que es el que hoy se usa, sastre de sus vestidos de torear y zapatero de sus zapatos, compositor de zarzuelas, acosado por ignotos fantasmas, como este infeliz Morante a quien deseamos una pronta recuperación de su atroz dolencia.
La desaparición de Morante del cartel no sirvió para que el ineficaz Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad Autónoma de Madrid, organizador de la Corrida de Beneficencia, fuera capaz de encontrar un sustituto. Ahí está metida más gente que en la guerra, desde el Director Gerente D. Miguel Abellán Hernando y el Consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior D. Carlos Novillo Piris hasta el Consejo de Administración compuesto por Dña. Sonsoles Aboín Aboín, D. José María Álvarez del Manzano y López del Hierro ( el Alcalde), D. William Cárdenas Rubio (El Torbellino), D. José Cepeda García, Doña Paloma Garcia Romero, Doña Mª del Pilar González del Valle (La Marquesa Marrón), Doña Cayetana Hernández de la Riva, Doña Ana Millán Arroyo, D. Miguel Ángel Moncholi Chaparro (El del Bocata) , D. José Ortega Cano, Doña Alejandra Serrano Fernández, Doña Alejandra Frías López, Don Luis Madero López, Don Alberto Escribano García, Don Antonio Bañuelos García, Don Raúl Tenorio Humanes, Don Juan José Urquía García, Doña Lucía Soledad Fernández Alonso y el Secretario del Consejo, D. Antonio Piñol Caballol (provisional). Bueno, pues entre toda esa banda que mora en el de gañote de los burladeros del callejón fueron incapaces de hallar un tercero que viniese en sustitución de Morante, lo mismo que son incapaces de que se haga cumplir el Pliego de Prescripciones Técnicas del concurso de adjudicación en cuanto a la exhibición de los toros en la Venta del Batán, o de ordenar la retirada de los trapos descoloridos, a pachas entre banderas de España y del Perú, que están puestos en la Plaza, o de retirar la triste liana verde y deshilachada que hay sobre los chiqueros, lo que nos lleva a preguntarnos ¿para qué sirven?.
Siendo incapaces entre todos ellos de hallar un remiendo a Morante dejaron la corrida en un innecesario mano a mano entre Sebastián Castella y Fernando Adrián, en el que nada se ventilaba. Los toros fueron de Garcigarnde, que fue incapaz de traer un encierro completo a Madrid y hubo que remandar con uno de El Pilar que hizo tercero, pero a cambio ahí tuvimos al ganadero, de camarógrafo amateur, filmando las evoluciones de sus toros uno a uno para ponérselos a los visitantes de su finca, como esos que te ponen el vídeo de la boda. Lo bueno de ganaderías como ésta es que todo sobra: el primer tercio está porque lo dice el Reglamento, y el segundo, lo mismo, que aquí lo que impera es el lío de la muleta y cuanto más idiota sea el toro, mejor. A idiotas nadie puede superar al primero, Achampanado, número 101, y al sexto, Bromista, número 60, que sirvieron para que los del mano a mano, hiciesen sus monerías, sus pillerías, sus picardías, sus trastadas, sus diabluras, su torerismo, sus bribonadas sobre las que ni merece la pena detenerse. A Castella no le salíó la jugada, ni cuando pretendió enfrentar a la Plaza con los más descontentos, ni cuando pretendió echar a rodar su insuslsa tauromaquia de muy poca monta. El primero, ese bendito de Dios, se le fue sin torear y ése es su gran baldón de la tarde, a su segundo le pegó 49 pases antes de entrar a matar y a su tercero le apañó con 30.Y luego está el otro, el torero de las puertas grandes, que se enredó con un inválido, un TMR (Toro de Movilidad Reducida), e hizo imperar sus penosas cercanías y su arrimón para cosechar una aurícula de menos peso que el de un lapicero. Luego se las vio con un lisiado de tipo bíblico al que quiso hacer sus monerías, con una ausencia palmaria de torería, cuando el animalejo inmundo sólo pedía un golletazo. En tercer lugar salió la máquina de embestir que hizo sexto, al que toreó con cuajo de rodillas, y cuando se puso en pie ya se dedicó a torear más al público que al animalejo, y las gentes encantadas con sus posturas de borracho meando y sus ventajismos de libro, que si ¡ole!, que si ¡torero!, le dieron el ansiado trofeo peludo que le franqueaba su tercera y olvidable puerta grande, con lo que supera al Juli en la estadística y le iguala en el olvido. Desde el Palco Real se sacaron pañuelos y eso no es conveniente, pues todo el mundo sabe que ni en el Palco Real, ni en la Presidencia, ni en los burladeros del callejón se deben exhibir esas señales.
Respecto a los toros, baste anotar que el programa de hoy nos alertaba de la existencia de una nueva forma de bravura, que es la «bravura dúctil», que al parecer es la propia de este ganado de Garcigrande, y que junto a la mejicana «bravura detenida», de la que nos habló la aficionada M. en un grato almuerzo, componen dos nuevos hitos para la cosa del manejo ganadero que deben ser reseñados y tenidos muy en cuenta para el futuro.
Sería una enorme injusticia no citar aquí la torería de José Chacón banderilleando, que nos dejó sin duda alguna lo más bello y más torero de la tarde.
ANDREW MOORE