Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Para distraernos de las pestes y las guerras, que es lo mollar de la política imperial, el ridículo Régimen español fomenta en los medios una perezosa discusión baturra sobre derecha e izquierda para saber si Feijoo, la nada, no será lo mismo que el ser, Sánchez (pregunten a Leibniz por qué el ser y no la nada), cuando nada menos que en 1930, en las páginas de “La movilización total”, Jünger zanjaba la cuestión con dureza contemplativa: durante más de un siglo, anota, la “derecha” y la “izquierda” han estado jugando a la pelota con las masas cegadas por la ilusión óptica del derecho de sufragio; siempre parecía que en uno de los adversarios continuaba habiendo un refugio frente a las exigencias del otro.
–Hoy va quedando cada vez más claramente al descubierto el hecho de la identidad de esos dos adversarios, y hasta el sueño de la libertad está desvaneciéndose como entre las mandíbulas de hierro de unas tenazas.
Estamos, hay que repetirlo, en 1930, y para Jünger es un espectáculo “grandioso y terrible” ver los movimientos de las masas (“unas masas de conformación cada vez más uniforme”) a las que está tendiendo sus redes el “Weltgeist”, el Espíritu del Mundo. “Todo el mundo se equipa bélicamente y todo el mundo le reprocha eso al otro”. Aquí, Dato y Franco le hicieron la cobra a dos guerras mundiales. El “Aznarín” de Umbral y el “Antonio” de Draghi nos han metido en las guerras de Iraq y de Ucrania cuando los grandes de este mundo se lo han ordenado. Ninguno leyó el “Viaje” de Louis-Ferdinand Auguste Destouches, Céline: “Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo comienzan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón”. El triunfo de estos personajes hace emerger la indignidad de la sociedad que los apoya.
En disputa con un progre de salón, dice Yarvin que no se debería tener que demostrar que “liberalismo y comunismo son la misma cosa”; que deberían tener que demostrar que son diferentes, algo especialmente difícil cuando ambos se autodenominan “progresistas”: los estadounidenses ven que los neoconservadores, que vienen del trotskismo, nunca han abandonado realmente la Iglesia de Marx.
–Pero nunca dejes que tu curiosidad te lleve tan lejos de la izquierda que no puedas seguir llamándote izquierdista. Y ser expulsado de las buenas fiestas. Que es lo que se supone que pasa cuando dejas de ser de izquierda.
Casi un siglo antes de que Jünger estableciera la identidad derecha-izquierda, Stuart Mill ya pudo escribir (1852) que “las limitaciones del comunismo serían libertad comparadas con la situación presente de la mayoría de la raza humana”. En resumen de Mark Twain: “Gracias a Dios contamos en nuestro país con tres cosas preciosas: la libertad de expresión, la libertad de conciencia y la prudencia de nunca practicarlas”.
En España la democracia pasó como Mr. Marshall.
[Viernes, 31 de Mayo]