Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El infierno es un taburete de tres patas: Hitler, Stalin y Mao. Mao es el que ahora lleva camino de quedarse con la tienda, pero Hitler, el más extinto de los tres, parece, con mucho, el más relevante (al menos, rellena más horas de TV que Jorgeja).
El Voltaire de lo que Nick Land llama “la Ilustración Oscura”, Curtis Yarvin, cree que Hitler fue arrojado a la cima y luego succionado por debajo de olas que nunca entendió.
–Esas olas, inevitable turbulencia de la modernización del mundo, permitieron crecer las asesinas ideologías revolucionarias del siglo. Pero, al final, los Beatles terminarán importando más.
Nunca culpes a la bacteria; siempre culpa al medio. Hitler sale de Weimar, el trampantojo “de la ley a la ley”. En la conciencia política de la burguesía alemana de 1928, la alternativa derecha-izquierda corresponde, según el relato schmittiano, a la alternativa prefascista Monarquía-República (como aquí). La puerta de la legalidad (el sonajero “de la ley a la ley”) está abierta tanto para la derecha como para la izquierda, “para la Monarquía como para la República liberal, socialista o comunista” (como aquí).
–Mis propios intentos jurídicos de arreglar la puerta nunca cerrada de la Constitución de Weimar fracasaron por la actitud escéptica o irónica de sus intérpretes.
Y llega “la revolución legal” (como aquí) de Hitler, que convierte la puerta estrecha de la legalidad en arco de triunfo, aprovechando sin escrúpulos (como aquí) las primas políticas sobre su posesión legal del poder. Entra en enero del 33, y en febrero promulga un decreto de emergencia (como aquí) a tenor del artículo 48 de la Constitución.
–En breve, Hitler cierra detrás de sí la puerta de la legalidad por la que entró, y empuja de manera legal (“de la ley a la ley”) a sus enemigos políticos hacia la ilegalidad. Si intentaran resistirse, se les tratará como agitadores y criminales.
Los españoles ya podemos escoger para que nos tiren la puerta entre el ariete y la carga explosiva.
[Miércoles, 31 de Marzo]
