Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Cada comunista, como cada ángel según santo Tomás, es el único miembro de su especie, y Pablemos promete a los madrileños una educación afectivo-sexual a la altura de la lengua o las matemáticas.
–¡Cuántas ganas tienen los jóvenes de hacer el amor! –dice a Ullán el mejicano Juan Soriano–. Pero después no quieren reconocer que eso sólo consiste en darse panzazos en la oscuridad.
Del más fútbol y menos latín de Solís pasamos al más pajillas y menos algoritmos de Pablemos, que lleva en el sexo el cerebro de sus instintos: “Simplificado el corazón, pienso en tu sexo, / ante el hijar maduro del día. / Palpo el botón de dicha, está en sazón. / Y muere un sentimiento antiguo / degenerado en seso”.
Entre azotar a Mariló y memorizar a Vallejo, ¿qué elegirá el educando comunistable?
–Zanetto, lascia le donne e studia la matematica –dice a Rousseau una puta veneciana a la que, bizca de pezones, hace ascos el llorón ginebrino.
Nuestro Rousseau de Galapagar, que viene de la corrupción que supone enseñar como teoría de Newton la teoría de Einstein en una universidad pública, ni siquiera tiene la gracia de Luce Irigaray, para quien E=mc² es una ecuación sexualizada, o de Sandra Harding, para quien los “Principios matemáticos” de Newton son un manual de violación.
–Los tópicos seudocientíficos de todo eso que se dice “educación sexual” –tiene escrito Bergamín– matan la niñez, precipitando su madurez en corrupción anticipada: haciendo al niño hombre antes de tiempo, por forzar el tiempo, por robárselo desde fuera, como si explicándole a un niño el “mecanismo de la sexualidad” le libertaran de algo, sin pensar que es todo lo contrario... Porque no es el sexo el que debe dominar al amor, sino el amor al sexo... Verdad perogrullesca cada vez más desconocida de la ignorante y corruptora y socialmente peligrosísima pedagogía actual que se llama a sí misma progresista.
¿Cómo íbamos a adivinar que el hombre nuevo de ese fascismo del pobre que es el comunismo sería el “homo masturbans”?
[Jueves, 8 de Abril]