lunes, 7 de septiembre de 2015

El vuelo de Gagarin



 

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Estamos en eso que, en plena vendimia, Hughes glosa como “parón de selecciones”, y que no sé muy bien qué es, pues hace mucho tiempo que tampoco sé muy bien qué es una selección. En cualquier caso, nada patriótico, sentimiento con el que me doy más cumplido con mi mili y mis impuestos que cantando “Íker, Íker” en una grada de cemento porque Casillas alcanza otro trienio en el Combinado Autonómico, de cuyas hazañas tengo noticia por las maravillosas crónicas pirotécnicas de Hughes.

    ¿El terceto, cuya justificación es Dante, o Dante, cuya justificación es el terceto? ¿”La Roja”, cuya justificación es Hughes, o Hughes, cuya justificación es “la Roja”?

    Mediáticamente, a la aventura (sufragada en aras del madridismo por el Madrid) de Casillas en Oporto (“el Oporto es un equipo de Segunda B y mi hijo se merece un equipo de más categoría, como el Barcelona”) se le viene dispensando el mismo tratamiento que al vuelo de Gagarin. Después de todo, los dos salen por primera vez (uno de la Tierra; el otro, de la portería), y se van Dios sabe adónde.
    
De Gagarin, buen creyente, se dijo que había dicho: “Estoy en el cielo y no he visto a Dios por ningún sitio”, cosa que en realidad fue de Jruschev, el del zapato en la Onu, que en un discurso “teológico” en un pleno del Comité Central dijo: “Gagarin voló al espacio, pero no vio ningún Dios allí”.

    De Casillas no nos han dicho qué dijo al cruzarse en Oporto con “el ego” de Mourinho.
    
¿Cómo cree que puede afectar al ego de Mourinho que el Chelsea sea el segundo equipo que más futbolistas aporta a “la Roja”? –preguntó la señorita Barba, de Televisión Española (una pregunta, pues, de Estado) al señor Del Bosque.

    –Eso se lo tendrás que preguntar a él –contestó el marqués, que no estaba por la labor de que lo mandaran a hacer dieta con Benítez.
    
Ver a Bildu al frente de la policía navarra choca socialmente menos que ver a todo el poder ofensivo del Combinado Autonómico trabajando para el Chelsea. ¡El zorro portugués cuidando las gallinas de los huevo de oro de España!

    Aparte la renovación (fuera de mercado) de Ramos, me da la impresión de que el único interés del Madrid en De Gea es su condición de toledano (atlético se puede dejar de ser por dinero) llamado a heredar la portería de Casillas en ese casinillo provinciano de Del Bosque que llaman "la Roja". Ya que los delanteros de “la Roja” no tienen hueco en el Madrid (tampoco en el Barcelona, pero eso, a la hora de meter ruido, no cuenta), por lo menos que lo tenga el portero. ¡Si Keylor Navas hubiera nacido en Venta de Baños! O en Celta de Vigo, como decían los oriundos setenteros del Granada. Pero es costarricenese, con lo que eso supone en esta hora incierta del patriotismo merengón.

    –Acabo de leer “Cosita Rica” en vez de “Costa Rica”. Creo que necesito tranquilizarme –tuiteó el otro día Lina Tono, bogotana (¡oh, James!) que come mandarinas en recintos cerrados y que una vez escribió la verdad en números redondos: “Hay que tener mucho Caribe para saber pelar un mango”.
    
Hay que tener mucho Caribe para escribir como Lina Tono y “zurdear” como James Rodríguez. Por las mismas fechas, Albelda, aquel lírico mediocentro huertano de Benítez, pateaba en Twitter: “Siempre recordaré este cumpleaños (el suyo) por el ridículo del Madrid sobre el fichaje de De Gea. Vaya tela”.

    ¿Ven ahora por qué el Caribe es la región del mundo que presenta el menor índice de suicidios?


BALONES SIRIOMÉTRICOS

    Hasta hace tres días, el único Sirio que nos sonaba era, si acaso, Alejandro Sirio, grande caricaturista en esta Casa y natural de Oviedo, a quien Lugones dedicó un soneto… siriométrico. Y de pronto nos encontramos con que el Madrid (¿no era el Barça el profesional de la caridad española?) dona un millón de euros para los sirios a quienes el mediocentro Javi Martínez obsequia unos balones con que improvisar unos “rondos” en los puntos de acogida. Conociendo el percal del fútbol patrio, no tardarán en proponer desde la Liga algo que dé que hablar y no cueste dinero, como, por ejemplo, la alineación obligatoria de un sirio por equipo.