martes, 29 de septiembre de 2015

Barbate, el último pueblo nacionalista

Luna de Barbate

Francisco Javier Gómez Izquierdo

El nacionalismo enseñado durante treinta y cinco años en los colegios vascos y catalanes no podía traernos más que cerriles maleducados y una lepra racista a la que nadie parece dar importancia. Los votos de Cataluña, que los más desvergonzados pretendían emparentar con los de hace unos meses en Escocia, ni sé interpretarlos ni me preocupa no entenderlos, porque soy de pensamiento simple y no me gusta que me compliquen lo evidente.

      Lo evidente es que si a un tierno infante lo educas con versos del Corán y en el odio a los infieles, el mozo tiene un 90% de posibilidades de salir islamista. Si a un benjamín de Vich el maestro de la escuela le canta las beldades de su “pequeño país” y vitupera hasta la náusea al vecino que trabaja, paga y calla, es seguro que los benjamines de Vich se creerán mucho mejores, con más derechos y de superior calidad que la de sus vecinos... porque así se lo han enseñado en la escuela.

   En Andalucía, el señor Rojas Marcos y sus amigos entierran estos días con discreción y en la intimidad el nacionalismo andaluz, una muleta que ha dado euros y ocupación a unos cuántos pícaros que intentaban vender hazañas  legendarias a un pueblo que en su abandono ha aprendido a votar lo que le conviene. El nacionalismo por aquí era perdonable porque de algo hay que vivir, pero el nacionalismo es racismo. Lo quieren disfrazar, pero es un racismo de individuos que transmiten odio hasta en los andares, por eso el andaluz no es nacionalista mas que por conveniencia y sólo a ratos.
    
He pasado los votos catalanes en Barbate, uno de los pueblos que más se equivoca, que menos estudia y que más a contracorriente navega por Andalucía. ¡Cómo será, que moribundo el andalucismo y hartos de pepé y pesoé , van los barbateños y eligen un alcalde del Partido Andalucista!

     En Barbate, la mayoría de los votantes no sabe qué cosa es el PA, pero tienen claro que es un partido de andaluces y por qué no van a tener ellos los  mismos derechos que los vascos y catalanes.  El PA prometió un centro de salud como Dios manda, y “no que tengamos que ir a los Rayos X de Vejer o San Fernando” “¿..y no poder hacernos los análisis en Barbate cuando en tiempos de Franco hasta se operaba en el pueblo...?”. Barbate quiere cosas tangibles y faltaba pedírselas a los andalucistas.

    En “lo de Juan José” tomaba ésta mañana café con un danés, un bético, el hijo de Juan José y el carnicero de la plaza que practica el atletismo. Ninguno sabe lo que es la CUP, ni cómo se van a casar los diputados catalanes. Todos creen que los catalanes son muy egoístas (“no hay más que verles la cara”) y que Cataluña es como Zahara, un nido de pijoprogres que se quiere independizar, que van de listos y no se quieren enterar que Zahara era un cerradero de bellacos donde los galeotes esperaban barco de Su Majestad. A orillas del río Cachón cometían “...sus bellaquerías, jartos de vino con las mujeres y las niñas”. De Zahara y de aquellas juergas antes de zarpar viene la palabra cachondeo, ese estado permanente en el que viven los profetas que vocean en Cataluña.