lunes, 3 de noviembre de 2014

El fusil de Caparrós



Esteban viendo al Madrid
(¡O al Chelsea, que lo ponen a la misma hora!)

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Cuando Caparrós cogió su fusil y rompió el “Marca” delante de los periodistas causó la misma impresión que si hubiera pasado delante de un tótem con las manos metidas en los bolsillos. Después de todo, rompió el único periódico que lee Mariano.
    
El fútbol es campechanía y la campechanía es la cultura de nuestro tiempo. Caparrós puede resultar tan campechano como Casillas, que pasa por ser el tipo campechano por antonomasia desde su histórica declaración como capitán del equipo campeón del mundo: “Estoy encantado de tener unos compañeros así, aunque sean unos cabrones y me den por culo”.

    Caparrós, además de las orejas de los oyentes, rompió el "Marca" como si fuera Pedro Jota rompiendo el discurso que no había podido colocar en su fiesta:

    –¡Me jode que me hagan este tipo de titulares, h…! –bramó campechanamente Caparrós.

    Y todos corrimos a ver el titular: “Sólo pido que no nos pasen por encima”.
    
Fue como si le hubieran pisado el callo a Patton antes de entrar en Palermo. ¡Qué bárbaro! ¡Qué voces y qué verdades del barquero! ¡Qué aspavientos de español de la escuela del “Dejadme solo”! ¡Qué duro con las espigas y qué blando con las espuelas! Qué manera de refutar al estilo doctor Johnson, quien para refutar la teoría del obispo Berkeley, que negaba la existencia de la materia, se fue a una piedra y le arreó una patada al grito de “¡Así le refuto!” O sea, Caparrós rompiendo el "Marca", que se había limitado a poner por escrito el deseo caparrosiano de no ser atropellado por el Madrid de James, joya de la corona florentina, que luce en su pie izquierdo una culebra que escupe goles como el de Granada (en Granada dicen que Curro paró una vez los relojes con un media verónica).

    Mi memoria del Barça de Cruyff, el equipo que nos trajo la posmodernidad a España, es el gol a toque de vaselina de Laudrup-Romario en Pamplona: asistencia con sombrero de Laudrup mirando al tendido y pase de vóley-playa de Romario a la red. Es el prodigio que el sábado reprodujeron en Granada Benzemá-James (Benzemá en el papel de Laudrup y James en el de Romario), que será mi memoria del Madrid florentino, tratándose de sus dos hijos bien amados.

    –Nos mató el primer gol –resumió el campechano Caparrós.
    
Qué pena. Con lo bonito que le hubiera quedado decir “Nos mató el Marca”.
    
Al Indio Fernández no le gustaban las entrevistas porque no le hacían preguntas claras: “Casi siempre meten aguja para sacar hebra, y alteran lo que digo. Si al final van a escribir lo que se les hincha la gana, ¿para qué me entrevistan?” Pero le repugnaban los alabanceros. “Por miedo a tener dificultades con el Indio me dediqué a halagarlo y de todos modos se encabronó y me trató de lameculos. Es un tipo intratable. ¿Quién lo entiende?”, lloriqueó un periodista que salió de casa del Indio con la nariz sangrando.

    Mas como el fútbol es la más alta cultura de nuestro tiempo, veamos cómo planteó el asunto un genio de otro tiempo (Bertrand Russell, pelín futbolero): “El informe que hace un hombre estúpido de lo que dice un hombre inteligente nunca es preciso, porque reduce de manera inconsciente lo que oye por algo que puede comprender. Preferiría que mi peor enemigo entre los filósofos informara sobre mí a que lo hiciera un amigo que no sabe filosofía.”


BARÇA DE DIFUNTOS

    Al Barça de Luis Enrique se le vio muy mala cara (¡la cara de Mathieu, un Spasic sin playa!) en el Bernabéu, y el Celta lo enterró en el Campo Nuevo. Cómo será la cosa que hasta Juan Cruz debe centrarse en cantar “el señorío” de Ancelotti (que confesó que él también ha tenido la tentación de hacer un caparrós con la prensa), con lo bien que a este Barça le vendría ahora Mourinho, a cuyo Chelsea, por cierto, nos lo solapa Roures haciendo jugar a la misma hora al Real Madrid. Luis Enrique no es entrenador desde el día que quiso cambiar a Messi y Messi le dijo que a Parla.


Tempus fugit