Música en la cárcel
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Un sindicato de funcionarios de prisiones que se tiene por profesional acaba de sumarse a ese afán de notoriedad que suelen prodigar las comisiones obreras y la ugeté cuando huelen la ventaja. Trampean mucho los “sindicatos hermanos” y éste de ACAIP, al final copión y tontiloco, también.
En desgraciado panfleto dice ACAIP que Isabel Pantoja tiene privilegios en la cárcel de Sevilla porque ha ocupado una celda limpia y recién pintada y que hasta ha sido recibida por la Directora, como si de autoridad civil se tratara.
Difícil es saber con certeza lo que ocurrió el día del ingreso de la cantante en prisión, pero es seguro que a la directora de Alcalá se le cayó el mundo encima cuando supo la que le venía. Las huellas dactilares, la foto contra la pared, los centímetros de altura, los objetos personales, el cacheo... La directora del penal probablemente se ofuscó obsesionada con posibles filtraciones morbosas como acababa de ocurrir en Cataluña con la ficha del recluso José Luis Núñez al día siguiente de su entrada en la cárcel. ¿Por qué no iba a suceder lo mismo en Sevilla? Y si pasaba, ¿cómo explicarlo en Madrid? ¡Madrid!, nombre maldito para cualquier director de prisiones.
La directora se pondría seria y trascendente y amenazaría a sus funcionarias con expedientes si la foto de ingresos de Isabel Pantoja salía publicada en prensa. Nada extraño, ni abusivo, ni dictatorial. Simplemente, un recordatorio de las obligaciones que todo funcionario de prisiones debe conocer.
Lo de la limpieza de la celda y lo del colchón a estrenar nada tiene de particular, y así lo debe entender el sindicato ACAIP, pues suponemos que debe de conocer que, con la implantación de los Módulos de respeto, la arruga en la colcha de la cama, la mala colocación de la silla en la celda, un papelito en el lavabo o no cerrar la ventana correctamente suponen negativos en el expediente del interno que repercuten negativamente en su tratamiento. Es decir, moratorias en permisos, tercer grado ó cualquier otro beneficio penitenciario.
En las cárceles españolas, los módulos de mujeres destacan por su limpieza e higiene. Las reclusas se obsesionan con la lejía y el fregasuelos de olor que compran compulsivamente con su peculio en el economato y a los quinces días de estancia en prisión rivalizan por ser más limpias que la fulana.
En las cárceles españolas ingresan internos e internas (las primeras 72 horas son denominados períodos) detenidos in fraganti con un enganche del demonio. Mal comidos y enfermizos, se pasan los primeros días vomitando y “enmonaos”sin saber si van o vienen, por lo que los presos auxiliares del Departamento de ingresos les facilitan colchones ya usados por si las “gomiteras” inutilizan el material. Las mujeres que salen de período son recibidas en el Módulo con cariño por el resto de las presas, que se esfuerzan en hacerlas agradable su estancia en prisión. Las reclusas son solidarias y casi todas arrastran el complejo de madre. En general, la reclusa es toda una señora que se avergüenza por lo que pueda pensar una visita que no tiene costumbre de acudir a su humilde casa. La reclusa sevillana canta en el patio por Isabel Pantoja y ¡faltaría más, no corresponder al honor!
El jefe de ACAIP no conoce las cárceles de mujeres. No conoce la discreción, y lo que es peor, no conoce a los buenos funcionarios. ¿Acaso algún afiliado de ACAIP llegó a la indignidad de mercadear morbosidad?