viernes, 7 de noviembre de 2014

7 años


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El tabarrón catalán ya no depende de nosotros, pues está en manos de los abogados… y de los poetas. Como el boquerón malagueño, cuando lo dejas en el vinagre.

    Los abogados estirarán el chicle lo que puedan, porque ¿qué es el tiempo para la justicia, sino dinero?

    Y los poetas (el actual Siglo de Oro reconoce por tales a Sabina y a Serrat, que han vaciado de ripios el “María Moliner”) se encargan de “traducir” la jerga abogadil al lenguaje del pueblo “lingüísticamente dolorido”.

    –Hace siete años las cosas no estaban así –poetiza Serrat–. ¡Hay que votar (lo de Mas)!
    
¡Siete años!
    
Según don Eugenio d’Ors, sólo para la eclosión de una elegancia hacen falta siete generaciones. Bueno, pues según Serrat, para romper una nación (la enorme mole histórica de España) con siete años, y votando a mano alzada, va que chuta.

    En realidad no es Serrat, sino el posmodernismo (forma que tiene la izquierda de designar el posmarxismo). Para el marxismo con toda la barba, una nación anterior a la Revolución Francesa (España, Inglaterra, Francia, Portugal, Holanda o Suecia) únicamente podía romperse por la fuerza: se va a la guerra y capador el que más chifle. El problema es que entonces, ¿quién atiende en la “botiga”?

    El catalán es más (¡siempre Mas!) tendero que guerrero: lo posmoderno, pues, sería votar cada siete años, y a mano alzada, si nos vamos o nos quedamos.

    Pero ¿qué pasó hace siete años? Pasó que a un Bobo Solemne le cambiaron la historia de los hechos por la de los deseos (en el tocomocho, los recortes de periódico por los billetes de banco), mientras Serrat, que iba de tronco, llamaba (¡y con qué gorgoritos!) a “Defender la alegría”.

    Porque ¿qué pasa cuando no hay alegría?

    Cuando no hay alegría, el alma se retira a un rincón de nuestro cuerpo y hace de él su cubil. Suena a Serrat en “El Hormiguero”, pero es de Ortega en “El Espectador”:
    
De cuando en cuando da un aullido lastimero (el alma, no Ortega) o enseña los dientes a las cosas que pasan.