En realidad sí que existe ese madridismo zafio, gañán y analfabeto que Tomás predica sin rubor alguno. Y justamente ahí reside una parte importante del tumor sociológico que afecta, que carcome sin remedio, el futuro a corto plazo del Real Madrid como institución libre: en la propia existencia de este madridismo paleto que acapara gran parte del -aparente- poder de decisión dentro de los estamentos del club. Un alto porcentaje de socios y abonados pertenecen a ese madridismo madrileñista patriotero, chusco y bajuno del que Roncero no es más que la pústula epidérmica. Demostrado ha quedado su poder, una vez más, cuando el Bernabéu casi al unísono pitó a Mourinho esta última temporada por mandato de MARCA y AS, entre otros. Esa es la gran tragedia de un club abocado a una especie de endogamia cultural nefasta que amenaza con anclarlo de manera irremediable a un pasado tergiversado por los media, quienes han conseguido adormecer a la opinión pública y maniatarla a su favor, marginando a todos los críticos y etiquetándolos como peligrosos para el sistema, “radicales”.
Roncero, como todo buen periodista deportivo español, ha hecho carrera de la transgresión de fronteras entre cerveza y cochinillo
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