sábado, 5 de mayo de 2012

Lo de Calatrava

Santiago Calatrava, el Calatraveño

En Valencia la arquitectura es un trampantojo sorollesco, destinado a que el turista, en el sopor del arroz, se lleve un souvenir sensorial azulado y blanco en el atorramiento del mediodía levantino

Hughes

Según se informa, los honorarios de Calatrava por las obras en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia superan los 94 millones de euros. Esto, que no sé si es poco o mucho tratándose de un arquitecto estrella, nos permite ya la demagogia y la divagación.

Tengo un amigo que, bromeando con el final de Gaudí, sostiene que faltan tranvías para tanto arquitecto y que muy pronto fueron eliminados de las ciudades.

En Valencia se ha hecho una arquitectura civil horizontal, tirando a mediterránea, como un desparramamiento orgánico, que es lo que parece lo de Calatrava, una visita extraterrestre, los restos de una monumental mariscada misteriosa.

Arquitectura helenizante, blanca, mitad estoa, mitad peineta para el estoicismo de Camps, con un desasosiego que no es propiamente valenciano. Sus puentes tienen algo de velero yéndose y los edificios se rodean de agua, como para que se reflejen y cunda más lo que han costado.

El testimonio arquitéctónico de un tiempo no está en sus museos, sino en sus cementerios. Una arquitectura es un trato a los muertos y en Valencia se ha costruido para las Artes, las Ciencias, la Ópera y los delfines, de modo que la arquitectura es un trampantojo sorollesco, destinado a que el turista, en el sopor del arroz, se lleve un souvenir sensorial azulado y blanco en el atorramiento del mediodía levantino.
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En Valencia se ha hecho una arquitectura civil horizontal, tirando a mediterránea, como un desparramamiento orgánico, que es lo que parece lo de Calatrava, una visita extraterrestre, los restos de una monumental mariscada misteriosa

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En todos los ángulos, vértices, volutas, hilos, cuerdas, peinetas, ojos y viseras caprichosas se percibe un churrigueresco presupuestario, la enorme expresión del Presupuesto.

-¿Quién nos habla en estas obras?

-El Presupuesto.

Yo creo que todas estas arquitecturas serán despachadas como Barroco Presupuestario por la posteridad.

Sin embargo, el gran reproche que hay que hacer a lo de Calatrava en Valencia es que no diga nada del atardecer, pues es una arquitectura disminuida y mutante, tirando a leve, que coquetea con la luz y la blancura griega, pero que no es absolutamente valenciana porque tiene para mí cierta frialdad, desasosiego y si se mira bien hasta un futurismo tímido. Se han evitado las grandes elevaciones, los grandes bloques que nos sometan al encontronazo del poniente. Arquitectura sin grandes sombras, vedada y poco transitable, que no permite el mayor placer de los edificios, que es su elocuencia nocturna, el grito que pegan sus formas cuando es de noche (los fantasmas son las expresiones espirituales de la arquitectura y los fantasmas del calatravismo irán vestidos de Montesinos y serán blancos, serios y hermosos como Toni Cantó).

El personaje moderno de la arquitectura, su De Chirico actual, el gran protagonista de la paradoja de la arquitectura civil y el gran disfrutador del arte arquitectónico ha acabado por ser el vigilante nocturno. El resto de la población saluda las obras como grandes tumefacciones fiscales.

El keynesianismo berlanguiano del PP valenciano ha dejado un mecenazgo médicis y una arquitectura personal y crustácea en lo de Calatrava, al que algunos, con chusca malignidad, llamaron Cal y Traba.


Los fantasmas son las expresiones espirituales de la arquitectura y los fantasmas del calatravismo irán vestidos de Montesinos y serán blancos, serios y hermosos como Toni Cantó