viernes, 18 de mayo de 2012

Economía y política

-No podemos pedir un Estado protector que garantice nuestro bienestar, si hace falta recurriendo al endeudamiento, y después quejarnos de que no tiene suficientemente autonomía política para seguir garantizándolo. Hay que reconocer que los prestamistas tienen una muy fea costumbre: tienden a reclamar el dinero que han prestado, incluso con intereses. Los prestamistas, de hecho, obedecen más a Marx que a las Bienaventuranzas evangélicas. Por eso se condenarán todos. Frente a su impertinencia, un gobierno puede mandarlos, claro está, a freír churros.... siempre y cuando sus ciudadanos estén dispuestos a pagar el precio económico correspondiente a su independencia política.