Pastorcillo Ramos
(@SergioRamos: Os dejo una fotito mía
vestido de pastorcillo... Buenas noches!)
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vestido de pastorcillo... Buenas noches!)
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El progre es un “bloodhound” (sabueso, para el culto) que huele como nadie al enemigo.
El progre no desea la verdad, sino proteger su sistema de creencias y abolir (espiritualmente) a quien no crea lo mismo que él.
En fútbol, los tótem de la dictadura progre son Messi y Guardiola, y sus enemigos, Cristiano y Mourinho, por cuyas espaldas resbala la lluvia como por la fachada de un edificio: toda la lluvia del progresismo argentino y toda la lluvia del progresismo catalán.
Mourinho aguanta, y tan terne.
Cristiano, en cambio, da los primeros síntomas de hartazgo: demasiado joven para entender que el goleador más formidable de la Liga reciba repetidamente los chiflos (rechifla) de los piperos del Bernabéu que acuden al estadio a escribir su Piperiada como conejos en estantería.
–Grandes son los poderes del humano silbo –dijo el poeta–, ya del simple o natural, alargando el hociquillo, ya del ayudado con ambos índices.
Los piperos que ponían los ojos como bolitas de alcanfor con Portillo afean a Cristiano su falta de producción golera ante el Barça en comparación con la de Messi ante el Madrid, cuando a lo mejor la diferencia, si miramos la tablilla, viene dada por Casillas, el tío de los polvorones, que acaba de recibir la licencia de Mejor Portero del Mundo y el detalle de Jugador Más Saludable del Madrid.
Chiflos de pipero en el estadio, y en la prensa de mayor progreso, la vileza de una mentada de padre muerto en una indefinida prolongación ligada (la melodía infinita, que dijo Wagner) que incluye conjuras de vestuario contra Mourinho de futbolistas alemanes que “murmuran en alemán”.
–En el fútbol –decía Bernabéu en el 54–, el público se cansa de sus grandes figuras antes de que éstas empiecen a fallar. Al futbolista le ocurre lo que a algunas mujeres demasiado hermosas y demasiado importantes. Se oye decir: “Fulanita está ya muy vieja…” Y no, no está vieja; es que se han cansado de verla.
Ante angustias y desazones, triunfe, pues, la calderoniana (y pipera) consigna que aconsejaría Gerardo Diego para estos entes adámicos y analfamúsicos: “Silbemos, alma, silbemos.”
Silbemos mondando pipas de Facundo y comiendo polvorones de Casillas.
Silbemos a Cristiano, que tira del hilo de Di Stéfano como Ramos lo hace del cordel de Goyo Benito.
–El silbo es la prolongación viva y palpitante de la ilusión adolescente.
Tienen delante al equipo más golero de la historia, pero silban porque oyeron que ahora no cuentan los goles, sino los toques.
–Quitas los goles, y menudo baño táctico el de Fabri.
–Ya lo creo. Pásame otra bolsa.
(...)
¡Ah, la Piperiada! Dicen que el doctor Marañón conoció a una vieja de 108 años, visitada a menudo por la Infanta Isabel por oírle contar cómo Napoleón le acariciaba los mofletes.
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Abc
El progre es un “bloodhound” (sabueso, para el culto) que huele como nadie al enemigo.
El progre no desea la verdad, sino proteger su sistema de creencias y abolir (espiritualmente) a quien no crea lo mismo que él.
En fútbol, los tótem de la dictadura progre son Messi y Guardiola, y sus enemigos, Cristiano y Mourinho, por cuyas espaldas resbala la lluvia como por la fachada de un edificio: toda la lluvia del progresismo argentino y toda la lluvia del progresismo catalán.
Mourinho aguanta, y tan terne.
Cristiano, en cambio, da los primeros síntomas de hartazgo: demasiado joven para entender que el goleador más formidable de la Liga reciba repetidamente los chiflos (rechifla) de los piperos del Bernabéu que acuden al estadio a escribir su Piperiada como conejos en estantería.
–Grandes son los poderes del humano silbo –dijo el poeta–, ya del simple o natural, alargando el hociquillo, ya del ayudado con ambos índices.
Los piperos que ponían los ojos como bolitas de alcanfor con Portillo afean a Cristiano su falta de producción golera ante el Barça en comparación con la de Messi ante el Madrid, cuando a lo mejor la diferencia, si miramos la tablilla, viene dada por Casillas, el tío de los polvorones, que acaba de recibir la licencia de Mejor Portero del Mundo y el detalle de Jugador Más Saludable del Madrid.
Chiflos de pipero en el estadio, y en la prensa de mayor progreso, la vileza de una mentada de padre muerto en una indefinida prolongación ligada (la melodía infinita, que dijo Wagner) que incluye conjuras de vestuario contra Mourinho de futbolistas alemanes que “murmuran en alemán”.
–En el fútbol –decía Bernabéu en el 54–, el público se cansa de sus grandes figuras antes de que éstas empiecen a fallar. Al futbolista le ocurre lo que a algunas mujeres demasiado hermosas y demasiado importantes. Se oye decir: “Fulanita está ya muy vieja…” Y no, no está vieja; es que se han cansado de verla.
Ante angustias y desazones, triunfe, pues, la calderoniana (y pipera) consigna que aconsejaría Gerardo Diego para estos entes adámicos y analfamúsicos: “Silbemos, alma, silbemos.”
Silbemos mondando pipas de Facundo y comiendo polvorones de Casillas.
Silbemos a Cristiano, que tira del hilo de Di Stéfano como Ramos lo hace del cordel de Goyo Benito.
–El silbo es la prolongación viva y palpitante de la ilusión adolescente.
Tienen delante al equipo más golero de la historia, pero silban porque oyeron que ahora no cuentan los goles, sino los toques.
–Quitas los goles, y menudo baño táctico el de Fabri.
–Ya lo creo. Pásame otra bolsa.
(...)
¡Ah, la Piperiada! Dicen que el doctor Marañón conoció a una vieja de 108 años, visitada a menudo por la Infanta Isabel por oírle contar cómo Napoleón le acariciaba los mofletes.
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LA VERDAD DEL LOCO
Para Valdano, los cambios de Mou en el descanso del Málaga fue “pirotecnia”. Para Guardiola, marear “a todo Dios” con la gripe de Messi ante el Osasuna fue “afán de franqueza”. Messi: “Sólo me dolía la panza”. Izco: “Si a Messi le dolía la tripa, a mí me dolían los huevos”. ¿La verdad? La del Loco Gatti: “Los más grandes son: Pelé, Maradona, Di Stéfano, Cruyff y Zidane. En la época de Pelé, Maradona y Cruyff, Messi no jugaba, iba al banco”. Y aquí, como Shakespeare, utilizo al loco para iluminar el oscuro telón de fondo de la tragedia.
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Para Valdano, los cambios de Mou en el descanso del Málaga fue “pirotecnia”. Para Guardiola, marear “a todo Dios” con la gripe de Messi ante el Osasuna fue “afán de franqueza”. Messi: “Sólo me dolía la panza”. Izco: “Si a Messi le dolía la tripa, a mí me dolían los huevos”. ¿La verdad? La del Loco Gatti: “Los más grandes son: Pelé, Maradona, Di Stéfano, Cruyff y Zidane. En la época de Pelé, Maradona y Cruyff, Messi no jugaba, iba al banco”. Y aquí, como Shakespeare, utilizo al loco para iluminar el oscuro telón de fondo de la tragedia.
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