Las manos en los bolsillos
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Parafraseemos a Ronald Reagan (el santo que dio su nombre a esa bendición del fútbol que es Cristiano) y digamos que ayer hacía tanto frío en Madrid que hasta Montoro llevaba las manos metidas en sus propios bolsillos.
Sólo una cosa, dice Carlyle, diferencia al hombre civilizado del salvaje: los bolsillos.
–El salvaje –explica Camba– tiene narices y manos, mas como generalmente atiende a las unas con las otras no necesita guantes ni pañuelo.
Cuando Camba vacaba en la finca de Belmonte y ponía mala cara, no era por falta de comida o atenciones.
–Entonces, ¿qué falta? –preguntaba Belmonte.
–Hombre, algún dinero de bolsillo…
Una política liberal intentará que el dinero del Estado esté en nuestro bolsillo, pero una política socialdemócrata se ocupará de que el dinero de nuestro bolsillo esté en el Estado.
Aquí es donde entran Guindos y Montoro, los ecónomos del marianismo. ¿Qué? ¿Tenemos liberales o socialdemócratas tenemos?
Con la independencia que me da llevar en el bolsillo sólo las pelusas del tiempo, en Montoro veo a Bilardo, y en Guindos, a Menotti.
–Yo una vez me pregunté quién era Menotti, fui a la Wikipedia y casi no vuelvo –es la bolita de miga que Jabois arroja a la pedantería nasona (de narices, no de masones) de ese Ichabod Crane (“Sleepy Hollow” de Disney) que es Menotti.
Montoro presume de descolocar a la izquierda con la izquierda que Guindos coloca.
–“Miembras” sí, ideologías no.
El espíritu selecto de Duque vislumbró hace una década otro Pacto de El Pardo: ningún partido gobierne más de dos legislaturas. En palabras de don Claudio Sánchez-Albornoz:
–Cristinita, guarda el c…, y de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas.
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Abc
Parafraseemos a Ronald Reagan (el santo que dio su nombre a esa bendición del fútbol que es Cristiano) y digamos que ayer hacía tanto frío en Madrid que hasta Montoro llevaba las manos metidas en sus propios bolsillos.
Sólo una cosa, dice Carlyle, diferencia al hombre civilizado del salvaje: los bolsillos.
–El salvaje –explica Camba– tiene narices y manos, mas como generalmente atiende a las unas con las otras no necesita guantes ni pañuelo.
Cuando Camba vacaba en la finca de Belmonte y ponía mala cara, no era por falta de comida o atenciones.
–Entonces, ¿qué falta? –preguntaba Belmonte.
–Hombre, algún dinero de bolsillo…
Una política liberal intentará que el dinero del Estado esté en nuestro bolsillo, pero una política socialdemócrata se ocupará de que el dinero de nuestro bolsillo esté en el Estado.
Aquí es donde entran Guindos y Montoro, los ecónomos del marianismo. ¿Qué? ¿Tenemos liberales o socialdemócratas tenemos?
Con la independencia que me da llevar en el bolsillo sólo las pelusas del tiempo, en Montoro veo a Bilardo, y en Guindos, a Menotti.
–Yo una vez me pregunté quién era Menotti, fui a la Wikipedia y casi no vuelvo –es la bolita de miga que Jabois arroja a la pedantería nasona (de narices, no de masones) de ese Ichabod Crane (“Sleepy Hollow” de Disney) que es Menotti.
Montoro presume de descolocar a la izquierda con la izquierda que Guindos coloca.
–“Miembras” sí, ideologías no.
El espíritu selecto de Duque vislumbró hace una década otro Pacto de El Pardo: ningún partido gobierne más de dos legislaturas. En palabras de don Claudio Sánchez-Albornoz:
–Cristinita, guarda el c…, y de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas.
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