miércoles, 15 de septiembre de 2010

Grandes momentos del antitaurinismo en Salamanca


José Ramón Márquez

¡Vaya, hombre! En Burladero, que es un antiguo adjetivo que significa ‘burlón’, dice un tal Mario Juárez, que no sé si es un nombre, un seudónimo colectivo o un holograma como Max Headroom, que la puerta grande de El Cid en Salamanca ha sido una ‘Puerta demasiado grande de El Cid’. ¡Vaya tontos los de Salamanca, que le pidieron las orejas, digo yo, sin hacer ni caso al hombre éste, Juárez! A continuación nos informa, como si acaso hiciese falta, de que el que estuvo bien fue el Joseantonio Morante, que parece que ya está bueno del vientre, el tío, en veinticuatro horas a yogur y arroz blanco. Vamos, que ya se curó de los retortijones que le dieron en Albacete después de pegarse un buen plato de atascaburras.
Bien, pues menos mal, para el tal Max Juárez, exquisito censor de las grandes faenas, que fue el Manuel Cid al que tenía ahí, en esta tarde extraordinaria de íntima sinceridad y exigencia, para poder darle los palos que cual estera le correspondían, y poderse así desquitar de la cantidad de baba de caracol que lleva vertida el tal Max Juadroom sobre el icono emblemático del año, el torero que nunca falla, el importante por antonomasia, que es el July y sus circunstancias, y poder también aligerarse del peso ingente, al menos por un día, de las gigantescas ruedas de molino que lleva el hombre acarreadas a sus nobles lomos día a día, folio a folio.
Bueno, pues, afortunadamente, el buen hombre ha tenido por ahí al Manuel, que lo digo de veras, para poder, al menos por un día, ponerse el traje de serio y exigente aficionado, que igual algún día hace muchísimos años lo fue, y así poder censurar, como haríamos cualquiera de nosotros, aquello que no le pareció adecuado a las normas del arte y del oficio. Porque digo yo que debe ser un rato desagradable desarrollar la labor profesional todos los días arrastrándose sobre la viscosa baba del lumiago, así que viene de perlas, al menos por un día, poder decir unas cuantas verdades, que no seré yo quien diga, ni muchísimo menos, que hoy, precisamente hoy, es el día que miente el tal Mario Headjuárez.
Y así después, mañana, tras la catarsis que decían en la Facultad, pues ya volvemos a lo de siempre, pero al menos un día salió la verdad y eso hay que aplaudirlo. Digo yo. Decir un día al año lo que uno piensa de verdad, no creo yo que haga daño. Pero que no se acostumbre, que la cosa está muy achuchada.