Francisco Javier Gómez Izquierdo
Llovió el lunes y el martes santo. Las hermandades consultaban en todas las páginas del tiempo por si alguna era benévola. Los modernos estrelleros son capaces de adivinar los minutos y segundos que van a durar los chaparrones y el intervalo entre chubascos, y así el lunes, el Vía Crucis y la Sentencia por su cercanía a la Catedral decidieron salir. Entre los costaleros y hermanos que no procesionaron corría cierta maldad que achacaba el atrevimiento de la Sentencia a tener contratada la Centuria Romana de la Macarena y "...a los macarenos hay que oírlos". La austeridad del Viacrucis, Cristo en la Cruz llevado por los hermanos, no suponía demasiado riesgo por la facilidad de refugiarse sin maniobras dificultosas. Ayer martes, con excesivo atrevimiento, cree servidor, salió la Sangre pero se tuvo que quedar en la Mezquita-Catedral por cómo comenzó a arreciar sobre las siete. Tras Jesús, Barrabás y Pilatos la banda del Caído de Málaga tocaba La Milagrosa bajando por San Fernando y pensé si no pasaba a la Hermandad del Císter como a la de San Nicolás el lunes. La Agonía, también echada p'alante, que salió de la misma catedral con intención de dirigirse a su lejano barrio del Naranjo no había llegado a la Cruz del Rastro para coger la Ribera, cuando las nubes soltaron lo que anunciaban y fue cosa de ver el paso legionario de su dolorosa hasta la Mezquita de nuevo. La vuelta al Naranjo tendrá que esperar.
La Merced, mi patrona como saben, la Virgen a la que todo Córdoba piropea, se quedó en el Zumbacón; el impresionante Cristo de Ánimas en San Lorenzo, y la Estrella, a la que tanta multitud sigue, en la Huerta de la Reina. Fueron éstas las cofradías del lunes que se consuelan con "el año que viene". Las del martes, la Universitaria con su Cristo Sindónico, el Prendimiento salesiano, el Buen Suceso en San Andrés y la Santa Faz en la Trinidad fueron derramando lágrimas de penitentes, músicos, cofrades..., sobre ese camino que empieza en la Calle María Auxiliadora, sigue en Santa María de Gracia, Realejo y San Pablo hasta el Ayuntamiento que tanto huele a incienso y a fervor semanasantero.