Francisco Javier Gómez Izquierdo
Las previsiones de lluvia no admitían duda y las seis cofradías del Jueves Santo, más la de la Buena Muerte que sale a las 12 de la noche, se quedaron en sus templos y cocherones porque "la lluvia sí lo impide". "Pues nada, vamos a verlas en sus iglesias", y enfilamos a San Cayetano paraguas en ristre en busca del Caído de los toreros y la Soledad. Mucho personal pasando con orden ante las imágenes en el cocherón, mientras los hermanos rezaban en la Iglesia. Por las callejuelas de la Piedra Escrita saltamos al convento Nazareno, donde los visitantes pasábamos ante el Nazareno y la Nazarena envueltos en un silencio en el que retumbaba sobrecogedor el rezo de los cofrades todos vestidos del poderoso negro de las sotanas sacerdotales. En agradable paseo llegamos a San Francisco donde guardamos unos diez minutos de cola para ver la Caridad y sus legionarios. A la salida arreció la lluvia. En San Agustín había una cola tremenda para ver a la Virgen de las Angustias por lo que desistimos y acabamos en los Trinitarios ante el Cristo de Gracia, por el que el chico tiene inclinación, donde también tuvimos que esperar otros diez minutos.
Mucha tristeza en los cofrades, costaleros y sobre todo en los penitentes con los capuces bajo el brazo, pero como el disgusto lo llevaban masticando desde muy temprano por el constante llover, la emoción fue menos impactante que la de las hermandades del domingo, lunes y martes. Hoy viernes sigue lloviendo.