lunes, 4 de marzo de 2024

La piñata del Big Data

 


@AdriRM33


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Cuando Lewandowski, el pensionista del Barcelona, tuvo la corazonada de que todavía van a ganar algo, todo el mundo pensó en el Gamper de este año bisiesto, pero el “avi” polaco pensaba en el Big Data, argumento al que se agarró Xavi para declarar en rueda de prensa que los líderes de la cosa española son ellos.


El Big Data es un cerebro artificial que se guía por un sistema métrico avanzado para calcular, en este caso, los puntos que se habría apuntado un equipo en función de los Goles Esperados con arreglo a la probabilidad de que un tiro a gol se convierta en gol con valores entre 1 (gol) y 0 (no gol, o como decía Fernández Flórez, “vicegol”, que eran los balones que pasaban “lamiendo” el poste o el larguero). Con el Big Data, el Barcelona lidera la tabla de goles, y Pedri, la de asistencias que se quedaron en “viceasistencias”, o asistencias que pudieron ser y no fueron.


Al hilo de estas bromas de la inteligencia artificial, James Woods, actor y, sin embargo, poseedor de uno de los CI más elevados que se conocen, tiene fijado el siguiente tuit: “Cuando se le pidió a la IA de Google que mostrara una foto de una persona blanca, Gemini dijo que no podía cumplir con la solicitud porque ‘refuerza estereotipos dañinos y generalizaciones sobre las personas basadas en su raza’.” Y su corolario:


AI is going to be another leftist shit show.


Es decir, la IA será otro espectáculo de m… izquierdista. 


Y así como la IA trabajaría para la causa progre, el Big Data trabaja para la causa culé de la Xavineta. Es la piñata que apalea Lewandowski para tener algo que llevarse al palmarés con esos penaltis en tiempo de descuento que le depara el otro Big Data, el arbitral.


Uno de los libros más sobresalientes de la filosofía de la ciencia es “La ciencia y la hipótesis”, de Henri Poincaré, título escogido por Popper para el simposio organizado en su honor con motivo de su octogésimo aniversario en mayo del 83. Allí participó el biólogo austriaco Rupert Riedl, que partió del hecho de que el cerebro es un agente productor de hipótesis para plantear su visión del mundo de la expectativa, donde parece moverse la militancia culé. 


Según Riedl, todos los organismos superiores se comportan como si, al confirmar las expectativas que tienen puestas en la naturaleza, la siguiente expectativa tuviera que ser más probable: “De ese modo, cuando una ardilla se encuentra constantemente con nueces vanas, acaba por no molestarse en cascar la siguiente. Otra, en cambio, que encuentre siempre nueces llenas, abrirá automáticamente la próxima que encuentre”.


Igualmente nosotros, si en un hotel que nos es desconocido intentamos varias veces abrir una puerta que encontramos cerrada, al día siguiente daremos por sentado que sigue cerrada.


El Barcelona es la ardilla acostumbrada a cascar nueces arbitrales llenas, entre otras cosas porque todavía no le ha salido una vana. En cambio, contra la ley de la expectativa se subleva el juego de Vinicius, que, llenas o vanas, casca todas las nueces y monta las averías que lo han hecho único. Quien quiera entenderlo, que se lea “El Único y su propiedad” de Stirner.


La mal llamada Liga de Campeones, puesto que en ella no están únicamente los campeones, podría arreglarse semánticamente si a los campeones reales se añadieran los campeones del Big Data, los campeones del Var y los campeones por votación popular: cuatro plazas de Champions justificadas. Como se hace con el salario de Mbappé, que todavía no es público para no excitar la condena moral de monseñor Sistach, que ya dio mucha guerra cuando lo de Cristiano, en contraste con el sonoro silencio que guardó cuando lo de Neymar. En el caso de Neymar el pesetas, al parecer, era el papá, y en el caso de Mbappé, la mamá. Y a Neymar, precisamente, debemos el penúltimo sermón al Madrid sobre Mbappé: “Ningún jugador debe ser superior a una institución”, ha dicho él, Neymar da Silva Santos Júnior.


El PSG tenía el mejor equipo del planeta, cuando el ego de “cierto francés” empezó a perturbar el ambiente. Mbappé se sintió excluido, la mayoría hablaba español y él amenazó con irse. Para no perder a su preciado Mbappé, el PSG vendió a los que no coincidían con el pensamiento de Mbappé. Después Mbappé comunicó al PSG que dejaría el club gratis al final de la temporada.


La parte buena del ego de Mbappé es que se llevará por delante al ego de Modric, el tipo al que no quería ningún periodista, y para el que ahora todos los revistosos del puchero exigen la titularidad, a sabiendas del lastre que un atleta cuarentón supone para el despliegue operativo del pelotón. Modric en modo rémora y Nacho en modo cenizo (no gana ni los sorteos de moneda al aire) dan alas al Big Data, que sabe que en España la procesión no acaba hasta que pasa el último cura.




CINCO KILOS

Hazard da más titulares de prensa jubilado que en activo. El menos llamativo: que volvía de las vacaciones con cinco kilos de más. El más interesante: que no ve fútbol para ver a Haaland. (“Veo fútbol para ver a De Bruyne, Bellingham, Grealish...”) Nunca se trajo la cabeza de Inglaterra: “El Chelsea es más familiar. En el Madrid, había que ganar. En el Chelsea, perdíamos y al día siguiente nos reíamos un poco en la ducha. Eso no pasaba en el Madrid. En equipos grandes cuando se pierde siempre hay un drama”. La vida es dura.


[Sábado, 24 de Febrero]