lunes, 14 de febrero de 2022

Dos cartas de amor


San Valentín / Claudia Ruiz Picot - 2010


DECLARACIÓN DE UN CANTANTE DE RADIO
A UNA JOVEN A QUIEN CONOCIÓ EN LA ESTACIÓN DONDE ACTÚA

Buenos Aires, 14 de Abril, 1945
Estimada Zulema:

Le escribo no a impulsos de un capricho, sino bajo el influjo de una pasión que ha prendido tan fuerte en mi corazón, que solamente podré calmarla, ¡estoy seguro!, si el puro amor que usted ha despertado en mí halla eco en su almita de mujer casta y buena.

Sólo vi a usted en una oportunidad, pero fue suficiente para que su recuerdo dejara una estela luminosa en mi imaginación. Y, al recordarla, no sé qué admiro más en su belleza: si la perfección de la boca o la elegancia majestuosa de la silueta; si los reflejos del oro de sus cabellos o la dulzura de su mirada...

Era la noche del jueves pasado. Usted estaba en una de las plateas intermedias de la sala de audiciones. Mucha gente llenaba el recinto, pero yo la veía a usted, únicamente a usted, destacándose del abigarrado conjunto. Y puedo jurarle que los aplausos que premiaron mi labor de esa noche eran dirigidos a usted, pues si logré matizar mis canciones con toda la ternura, la emoción y el dolor que ellas reflejan fue porque yo no hacía más que exteriorizar los diferentes estados de ánimo por los que estaba pasando y que usted inspiraba, ora me escuchara con atención, ora sonriera, ora coqueteara.

Tuve la dicha de que fuéramos presentados. Y aunque en ese breve instante no pude cambiar más que unas pocas palabras, la felicidad de estar tan cerca, de estrechar su pequeñísima mano, representó la más alta recompensa a la que me fuera dado aspirar, y sirvió para convencerme aún más, si hubiera sido posible, de lo hermosa que es usted y de lo enamorado que estoy yo.

¿Debo abrigar esperanzas de una contestación favorable? ¿Estaré obligado a vivir siempre con el dolor de una pasión no correspondida? ¡No lo sé! Sólo su respuesta podrá poner fin a esta torturante ansiedad.

Suyo,
Alfredo

[Hoja volandera incluida en el libro Con todas las letras, de José-Miguel Ullán]


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Buenos Aires, 22 de Abril, 1945

Apreciado Alfredo:

He creído siempre que eso del amor "a primera vista" lo sentían tan sólo los personajes de novelas. Mas debo ahora rectificar esa opinión, ya que, al igual que usted, he sentido, en el mismo instante de verlo, una indescriptible sensación de ternura y melancolía, júbilo y dolor, una rara impresión, en fin, que no acierto a definir sino como amor del bueno.

Aunque he seguido su carrera de artista a través de toda su actuación radial, nunca había tenido oportunidad de escucharlo personalmente. Esa noche (noche que quedará en mi pensamiento como una de las más felices de mi vida), un hecho casual me brindó la anhelada ocasión de satisfacer mi deseo y verlo. Esto sólo ya significaba para mí una gran alegría. ¿Se imagina usted la impresión que experimenté cuando, al verlo aparecer junto al micrófono, pude exclamar: "¡Es como yo lo había soñado!"? ¿Y qué decir de la dicha que embargó mi corazón cuando, después de abarcar con una amplia mirada a la concurrencia, sus ojos se encontraron con mis ojos?

No quisiera engañarme; pero afirmaría que las bellas sonoridades de su voz, que usted maneja con arte tan exquisito, parecían como veladas por una contenida emoción que hacía más subyugante aún el placer de escucharlo. Y aunque temo creer, por lo que representaría de felicidad inmensa, que de esa emoción fuera yo la causa, como me lo dice usted en su misiva, es tal el ansia que siento de que ello sea verdad, que lo creo...

Muchas cosas quisiera decirle, tantas, que no atino a formular ninguna frase que exprese fielmente mi pensamiento. Por ello, renuncio a hacerlo, sirviéndome de alivio a la tristeza (que mi incapacidad epistolar me ocasiona) el pensar que pronto escucharé de sus labios las apasionadas promesas de amor de las cuales su carta es anticipo. Hasta entonces,

Zulema