jueves, 24 de febrero de 2022

Empates

Cúrese pronto



 Pogba y Kongdobia

 

 Francisco Javier Gómez Izquierdo


       Si damos por bueno, que lo damos, que el fútbol es una religión con sus catedrales, iglesias y ermitas, hemos de reconocer que los fieles empiezan a vivir sus días más gozosos cuando llegan los octavos de la Champions. El Wanda es catedral y sus parroquianos acuden a él sobrados de portentosa fe. Van a su santuario como enfermos a Lourdes ó Fátima y creen, porque no hacerlo sería pecado mortal. Yo también creo en el Atlético, con reservas, claro está, pero estoy convencido de que es capaz de ganar al más Kíe, pongamos al Bayern o Real Madrid y, por supuesto, perder con cualquier conjuntillo menor, pongamos Albacete ó Cornellá. Anoche el Atleti más que jugar bien, jugó con intensidad, es decir, con presión solidaria, coral, en territorio rival..., como antes de la peste; con aperturas inteligentes sobre todo a la izquierda en un día que no parecía propicio ante la falta de Carrasco. Del Atlético he afeado aquí el comportamiento de sus laterales durante la temporada, pero Simeone se sacó ayer de la manga que el lateral Lodi hiciera de extremo y ¡bueno!, con la imprescindible y desafortunada colaboración de Lindelof, un sueco querido hasta ayer en Manchester; formó junto a Joao Félix una pareja tan vistosona que sorprendió a propios y extraños. Se sabe que en el Atlético de Madrid las virguerías quedaban hasta la liga pasada para resolver los 0-0. En ésta, el reconocido y perseguido cero propio es un recuerdo y por eso ayer, cuando se vió a Herrera y Kondogbia sobre todo, empequeñecer a Pogba y adueñarse del campo como el antaño cercano, los corazones rojiblancos enloquecieron y se abandonaron a ese disfrute que sólo ellos detectan. Jugó el Atleti para ganar con dos lanzamientos al poste que se fabricaron para ser goles y con una sensación de poderío que esperamos no palidezca como palideció en el gol de los ingleses aprovechando un error grave de Reinildo ¡cómo no! un defensa lateral.
    

El fútbol en este tiempo de peste nos ha traído modas un poco raras y de difícil digestión para un servidor. Ahora parece que empatar en casa es cosa buena y no marcar goles fuera ya no tiene importancia. Empatar a uno en casa propia siempre ha sido mal resultado y hacerlo fuera, bueno. No es definitivo y "hay partido", pero da coraje que para un día que los colchoneros merecieron ser felices del todo, se les chafara la euforia en una jugada desafortunada. Aún así, sigo confiando en el poder del Atlético. Lo tiene. No lo duden ustedes.
     

El estadio de la Cerámica no llega a catedral, pero es iglesia a la que le crecen devotos cada año que pasa dentro y fuera de Villarreal. Allí se presentó la Juventus en plan "aquí estoy yo, soy la Juve" y dió un zarpazo antes del minuto con una garra que abraza y mata que se ha encontrado en Florencia y que responde al nombre de Vlahovic. Poco más hubo de los italianos, que tuvieron que agazaparse ante el empuje del equipo amarillo. Como los hombres de Simeone, los de Emery pudieron marcar varios goles -Lo Celso tuvo dos ocasiones escandalosas-, pero también están condenados a resolver fuera lo que pudo quedar arreglado en casa. "Se pudo ganar" huele a excusa de perdedor, pero si es verdad tampoco está de más referirlo. Lo deseable es que se vaya a Turín... y a Manchester convencido de que se puede y debe ganar. ¡Ojalá que sea así! Por Emery y por Llaneza, el gran hombre anda malito y servidor reza por él, a los que como saben, tanto quiero y respeto y admiro... y por el Atleti. Personalmente creo capaces a los dos de darnos alegrones de campeonato.