miércoles, 2 de febrero de 2022

La literatura japonesa en Ávila


  
Palabras dichas por Jorge Laverón
 en la presentación de dicho libro

 
Jorge Laverón
La Venencia, 16 de junio de 2013

Buenos días. Es un honor presentar esta magna obra, en una bodega con un grano de uva en el paladar. En este año dual España-Japón. El autor del texto, Vicente, exhibe amplios conocimientos geográficos sobre la bella provincia de Ávila y las costumbres avileñas, aunque a veces marre en los confines y se adentre en Madrid e incluso llegue a tocar Cáceres. Pero bien, un avileño tiene derecho a ensanchar su provincia como, por ejemplo, un segoviano que considera a Navalcarnero como municipio perteneciente a la Comunidad Independiente de Segovia.

El texto escrito, por otra parte, en precioso castellano, no sería del todo comprensible, sin las magníficas ilustraciones fotográficas de  Ángeles San José.  El maravilloso paisaje avileño queda netamente reflejado para Ángeles en estas fotos que dan realce al texto de Vicente.

Por otro lado, llama la atención el vasto conocimiento del autor en literatura japonesa. Japón, país lejano y sin embargo muy cercano, de grandísima tradición literaria, desgraciadamente desconocida en España. Por ello hay que agradecer a Vicente este profundo acercamiento a esta literatura nipona y sus autores tan próximos a nosotros y tan apegados a la entrañable provincia de Ávila, cuna de nuestra impar doctora Teresa de Cepeda. Autora de impagables versos inspirados en la más ancestral literatura japonesa, y como ejemplo valga «vivo sin vivir en mí y muero porque no muero», clásico haiku donde los haya. Es un texto el de Vicente Llorca, repleto de humor. De un humor sutil, finísimo, una mezcla del humor nipón y el humor vacceo tamizado del humor salmantino y del humor benidormí. ¿Y por qué no?, del humor mallorquí o más concreto, manacorí.

Por las páginas del libro desfilan autores japoneses de distintas escuelas. Afincados, como el gran Kenko, en San Pedro del Arroyo, donde se aficionó al vino montañés y a las tapas de morro, manitas, pie y demás sutilezas locales. No menos brillante es el ilustre poeta Tsurayaki, vecino de La Adrada, en cuya presa de La Pinara tomaba baños de agua helada, incluso en el mes de agosto, y que, según contaba la Uge, oronda panadera, bella y coloradota, subía tras el baño refrescante, la Cuesta Repentina, corriendo de espaldas.

Otro literato a destacar, Natsume Sosheki, instalado en Lanzahíta, alquiló una cómoda casa de pueblo a la familia de los Zoilos, y daba de comer a una hermosa guarra, de la cual se alimentó largo tiempo, tras ser sacrificada en noviembre, por la hermosa y morena Olvido, hija menor del patriarca Don Zoilo. También es conocido en Lanzahíta el ilustre poeta Soseki, que se aficionó a los toros en casa de Pepe Escolar, el Tío Pichorronco, y logró que en las fiestas patronales, el 9 de septiembre, en la triangular plaza del pueblo, toreasen mano a mano El Inclusero y El Puno reses albaserradas del señor Escolar. Tanto el alicantino Gregorio Tébar como el colombiano Jaime González brindaron la muerte de un toro al excelso poeta Soseki y cortaron las orejas y el rabo con el consiguiente júbilo popular. Luego los rabos fueron estofados por la hermosa Olvido y degustados por el honorable poeta.

Antes de acabar quiero hacer un pequeño inciso. Estos días ha estado en visita oficial a España el príncipe heredero del Japón, Naruhito, el futuro ocupante del Trono del Sol Naciente, y en una de las etapas de esta visita se trasladó a Coria del Río, en Sevilla, para en solemne recepción mostrar sus respetos a la familia Japón, de unos 700 miembros, descendientes del samurai Hasekura que aquí se acomodaron en 1613. Estos japoneses de Sevilla son desde árbitros de fútbol, hasta escritores, historiadores, cantaores, poetas, etcétera. No entiendo cómo nadie, ni del Ministerio de Exteriores o de la Embajada no hayan informado al heredero del Trono Imperial de la numerosa y cálida relación de Ávila y Japón para que el Príncipe se hubiera acercado a comprobar en tierras avileñas las muchas huellas dejadas por sus compatriotas desde, aproximadamente, los mismos años que la familia Japón de Coria del Río.

Y acabo con una nota del profesor García Borrega, que espero Vicente incluya en la próxima edición de este original estudio, modelo de erudición.

Dice así: «En 1968 el premio Nobel de literatura, Yasuari Kawabata, autor de El Maestro de Go, Meijin y, sobre todo Yama no Oto o El clamor de la montaña, estuvo, poco antes de abrirse las tripas, en Cuevas del Valle, el 12 de julio, San Hilario, para ver torear a Adolfo Regajo, natural de Jemenuño, y de cursi apodo “El Abulense”, reses de “Los Lastrones”, finca cercana a Cebreros, tierra de vinos.»

No le debió sentar bien al Maestro Kawabata el cocido de La Colilla, el vino de pitarra o las copas de licor de moras, porque días después tras entonar la seguiriya compuesta por su ancestro Ricardo Japón Sevilla “El Cadenas”:

Cielo claro
Por el camino por el que vine
Me vuelvo

Se practicó el seppuku ozale.

Jorge Laverón
11-VI-2013





Mano a mano de Jorge Laverón y Vicente Llorca
 en lo de Pedraza de Yeltes