Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El ucase de la campaña madrileña es de Mamen Mendizábal en un tuit:
–Ni con balas ni con cuchillos ensangrentados os vais a cargar la democracia. Somos muchos más en el lado de las ideas.
¡Balas! ¡Cuchillos ensangrentados! (¿Dinarama?) ¡Democracia! ¡Ideas! ¡Crania ibérica! Balas y cuchillos son el fascismo, y la democracia, en esa cabeza, será la escudilla, y las ideas, los rótulos de los telediarios.
Mussolini fue a la Fiat y preguntó de qué lado cargaba ideológicamente el personal. Agnelli le describió las distintas taleguillas. “E fascisti?”, preguntó el Duce.
–Fascisti siamo tutti, Eccellenza –contestó Agnelli.
El fascismo, aquella cosa, según el Duce, imposible de exportar, se ha convertido en la estrella de “la inteligencia española”, cuya incapacidad para deducir ideas universales a partir de los propios hechos locales es escandalosa.
–¿Por qué la mejor biblioteca de pensamiento sobre libertad y justicia no necesita tener un solo libro español posterior al XVII?
A quienes se preguntan por qué, en teoría política, España no ha creado desde el XVII nada que mereciera ser incorporado al pensamiento universal: contemplen en el columnismo, a izquierda y a derecha, la “Democracia Dinarama” de Mamen.
Lejos de nosotros la funesta manía de pensar. Miranda, el único español que entendió a Montesquieu, murió en una ergástula gaditana, aunque su nombre pervive en el Arco de París. Donoso, autor, para Schmitt, de la frase más extremada del siglo XIX (“llega el día de las negaciones radicales y de las afirmaciones soberanas”), yace bajo el “odio metafísico”. Ortega tiene “La rebelión de las masas”, pero, lo uno por lo otro, también tiene “La España invertebrada”. De tres siglos, pues, sólo nos queda Santayana (al que Ortega nunca citó), que en realidad es useño, a quien debemos la distinción entre democracia formal y democracia material.
–Hagamos de España un país fascista y vayámonos a vivir al extranjero –pudo decir Foxá en un momento como éste.
[Miércoles, 28 de Abril]