Pedro y Pablo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Festividad de Pedro y Pablo, santos patronos de Burgos… y de los jefecetes del gobierno español, autor de la peor gestión mundial de la pandemia china y que, apoyado en una franquicia etarra, se propone darse un homenaje con el (re)cuento de los miles y miles de muertos. ¡Pedro Profanación y Pablo Residencias homenajeando a los muertos!
–¡El jefe de gobierno más guapo de Europa!
Eso le canta, sonrosado como un hámster, John Carlin, inglés que debe de venir de aquellos que comparaban a Enrique VIII con Sansón por su fuerza, con Salomón por su prudencia y con Absalón por su belleza; uno de esos periodistas-criados de a pie que hoy corren al lado de las portezuelas del carruaje de Pedro, de quien se puede decir lo que Madame de Staël de Bonaparte: como ha leído poco, la instrucción no hace frente en su cabeza a la disposición natural de su carácter.
Pedro es presidente por “la gracia de Dios”, que en el Estado de Partidos es el sistema proporcional. Por su roce intelectual con Irene Lozano, exégeta paulina, Pedro es muy de San Pablo: “Respetad los poderes de la Tierra, pues todos los poderes vienen de Dios”. Bonaparte, que insistió mucho en la autoridad de este apóstol, hizo predicar ese pasaje a todo el clero de Francia, aunque San Pablo sólo quería decir que los cristianos no debían mezclarse en las facciones políticas de su tiempo.
Carlin señala que el yerno de la sauna “Adán” tiene “orejas de macho alfa”, un dios, aunque para Rousseau un gobierno divinal “no conviene a los hombres”.
¿Por qué un Macho Alfa con cincuenta mil muertos en su gestión se rebaja a celebrar su santo un día que sólo es festivo en Burgos, pudiendo escoger un día de fiesta en toda España? En Francia, hasta el Concordato, San Napoleón no estaba en el calendario, y Bonaparte obtuvo de Pío VII que su fiesta coincidiera con la Asunción. ¿Cómo? Elevando más y más la voz, como cada vez que perseguía el doble objeto de intimidar a su interlocutor y de aturdir a los asistentes.