domingo, 14 de junio de 2020

El privilegio

Abc

Parte de la izquierda trató ayer de convertir la detención de un señor negro en Lavapiés en un caso Floyd a la española. Errejón, Iglesias y compañía son como los Esteso y Pajares de la interseccionalidad y las identidades. No te los crees. Hay algo de “Yo hice a Roque III” imitando a Rocky. No sólo ellos, hay una teatralidad en la importación de estas cosas americanas. Es evidente que tendrán y tienen su importancia, pero aquí hay un importante elemento de picaresca y pillería.

Y se ve sobre todo en la actitud hacia una cosa muy americana que es el “privilegio”, que mueve allí a acciones de culpa y expiación. A pagar un precio. Por ejemplo, el marido de Serena Williams, fundador de Reddit, renunció hace unos días a su puesto para que lo ocupara una persona de color. Recuerdo a un profesor que escribió al NYT reconociendo “pensamientos sexistas”. Puede sonar ridículo, pero ahí está. Aquí esto no se ve. Aquí el privilegio siempre es el de los demás. Lo vio bien el señor Ndongo, conocido (por la izquierda) como “el negro de Vox”, cuando pidió quedar para que le hicieran el besapiés y nadie se ofreció voluntario.

Cuando surgió el MeToo aquí eran muy partidarias y partidarios, pero quedó reducido a los usos y costumbres de El Prenda y a la denuncia de que alguien del cine le había tocado una teta (sic) a Leticia Dolera.

No digo que esto no sea grave, pero ¿no había más abuso de poder y mitú en España? El componente de autoinmolación, expiación, martirio y sacrificio del feminismo político-periodístico ha sido escaso; más bien lo contrario: a todas las periodistas sobrevenidas activistas del feminismo les ha ido bastante bien. Todas las que (a veces de un día para otro) agarraron esa bandera han visto mejorada su posición (mi reconocimiento aquí a las que han seguido siendo ellas, sin imposturas). Quiero decir con esto que la “importación” de esta política identitaria a España es algo fingida y utilitaria y que le falta el componente histérico y autosacrificial que se observa allí. La renuncia. Y la forma de saber que la cosa va en serio es fácil: que expongan su privilegio y lo ofrezcan en al altar de la Nueva Sociedad. Que reconozcan su clase y posición, su ventaja histórica, lo que les viene de papi, mami y el abuelo (no olvidemos al abuelo). Que pongan el privilegio por delante. O en otros términos, que queden con Ndongo para el besapiés (en Lavapiés).