Blati Touré, nacidoen Bouaké, Costa de Marfil
Internacional por Burkina Fasso
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Menesteres muy llevaderos me han tenido entretenido en la Demanda y después de cuatro partidos de Liga, hasta ayer noche no había podido ver al Córdoba ni en televisión. El Córdoba, por cuestiones presupuestarias a las que ahora se mira mucho, no ha podido fichar a nadie e incluso a futbolistas de cierta solvencia con contrato en vigor -Kiesceck, Edu Ramos...-, hubo que darles la baja por imperativo de la Liga de Fútbol Profesional cuyo jefe es el señor Tebas. La vigilancia a los clubes creo que es de agradecer pero algunos de ellos, tal que el Córdoba, se encuentran con el tremendo inconveniente de que les caiga un propietario o varios con alma de fenicio y prisa en los beneficios. Varios segundas, cuatro o cinco a los que no cito por ser conocidos, no han podido inscribir incluso jugadores dispuestos a bajarse el sueldo. Así, el Córdoba tuvo que esperar al 31 de agosto para hacerse con los servicios de retales, digamos con perdón que de deshecho: un lateral del Castilla al que se le pasa la edad de eterna promesa, un central del Málaga que no acaba de cuajar ni de jugar, un portero que nació en Tenerife y que anduvo unos años de emigrante en la península, un delantero de Las Palmas al que no le han dado bola los canarios... y hasta se ha repescado el “Pío, Pío” que fue nuestro, “Pío, Pío, Piovaccariiiii...”, ya retirado que no parece venir de verdes praderas, sino de varios gimnasios que esculpen musculatura. Y... ¡claro está, a tirar de cantera!
Mi chico me contaba los múltiples errores tras los partidos ante Numancia, Oviedo (habrá que seguir al panameño Yoel Bárcenas), Albacete o Alcorcón y como quiera que el Mundial me había decepcionado tanto, volví a Córdoba preparado para rumiar durante un año el camino del descenso. Anoche, en la Copa ante el Gimnástico de Tarragona, salió de titular uno de los contratados en la última tarde de agosto. Un tal Blati Touré, negro, bajito y flaquito que no había podio venir hasta ayer por compromisos con su selección, el antiguo Alto Volta, y por cerrar conforme a derecho su desvinculación con un equipo de la Segunda sueca, AFC Eskilstuna ¡tela! al que pertenecía. Un servidor, que necesita muy poca cosa para creer en milagros futbolísticos, no hay más que pararse en los dos últimos meses de la última liga en Córdoba, salió de El Arcángel con una vacuna esperanzadora clavada por este quinto de mi chico (los datos los estoy mirando en la wikipedia), 24 años recién cumplidos, al que espero sepan entender sus nuevos compañeros. Tocó el primer balón y transmitió autoridad. Algo que se tiene y de la que no se presume. Pidió, recibió, mandó, paró, escondió ... y a los cinco minutos, delanteros y defensas blanquiverdes se dispusieron a recibir órdenes, eso si, con más corazón que acierto..., pero estoy convencido que Blati Touré los va a hacer mejores futbolistas porque no me cabe duda de que será el mediocentro en el que el míster, la plantilla y los aficionados depositaremos algo más que la confianza. Creo que se ha encontrado casi sin querer un mirlo blanco.
Era noche de Copa. En esa fase tan clandestina que hasta un rato antes no te acuerdas que hay partido. Se ganó 2-0. Marcó en el minuto dos Andresito, joven delanterillo de la casa y en el noventaydos, Piovaccari, el prejubilado que acudió gozoso a la llamada del equipo. Es de justicia señalar que el Córdoba fue mejor que un Gimnástico mas menesteroso que nosotros y en el que ¡de verdad! no advertí nada destacable.
Yo, con la permanencia me conformo.