FNK & JFK
Hughes
Abc
Durante años, en España existió un campeón moral. Era una forma más agradable de ser subcampeón, o perdedor. El término tenía algo como argentino, quizás con origen en Banfield, siempre así conocido.
El campeonato moral era a lo que podía aspirar un buen perdedor y solía ser culé. Un buen perder, lleno de excusas y posibilidades. En el Madrid quizás fue Pellegrini el gran campeón moral. Un perdedor de récord, aplaudido por todos.
Esto era así hasta hoy, día en que vemos en la prensa que “Zidane gana la Liga” y “Zidane gana su Liga”.
Se inventa para el Madrid la casi Liga, la Liga de quince minutos, una Liga espectral y estadística.
Si Zidane hubiese estado todo el año, se dice, el Madrid sería campeón. Una hipótesis seductora. Un potencial lleno más que una hipótesis.
Es decir, que ha sido un segundo que perfectamente pudo haber sido primero. Es más, que en parte de sí tuvo más de campeón que el propio campeón. ¡Zidane en primavera es más campeón que nadie! O sea, que se inventa el campeonato de primavera.
En realidad, debería decirse que Zidane tiene números de campeón, lo que, bien mirado, es doloroso.
Condicionales, posibilidades, subjuntivos… Lo que en cole nos decían eran “irrealis” gramaticales.
El Madrid hace algo aún mejor (o peor ) que el campeonato moral. El campeonato moral es “perdimos, pero perdimos mejor que ganaron los campeones”.
Pero el campeonato del Madrid es sublime: es declararse, en el territorio de la hipótesis, un campeón posible, pero no como todos los que compiten, sino perfectamente posible. “Pudimos ser campeones”. Pero con ese “pudimos” chisporroteante. Habiendo hecho LO QUE HEMOS HECHO, hubiésemos ganado.
O sea, campeones potenciales, pero hacia atrás. Con toda la tristeza condicional del estudiante dotado que estudió solo al final.
El campeonato invernal era el del que estiraba sin éxito sus fuerzas, el que no pudo, y que no puede esgrimir hipótesis alguna que sea creíble a estas alturas.
Este campeonato primaveral es el del que pudiera, el campeón con una hipótesis inatacable.
Esto, el “irrealis” Madrid, lejos de provocar la ira en el aficionado parece que ahora encima consuela.