Chumy Chúmez / Hermano Lobo
Manuel Jabois
El Madrid capituló en agosto, cuando en Getafe se vio bajo una solana pegajosa con las gradas medio vacías y en el palco el sorteo de un jamón. Los jugadores dirían después que no se sacaron la sensación de que jugaban una pachanga de pretemporada. El Getafe ganó un partido que la temporada anterior le hubiera costado cien años, y el Madrid, sin llegar a septiembre, empezó a penar como un emperador aburrido. Si horas después de recogerla el equipo tiró la Copa del Rey a la carretera, tres meses después de ganar la Liga la rendía a Barcelona como si hubiese sido un gigantesco simulacro con el que amedrentar a los culés.
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