Chinchón
Domingo, 17 de febrero
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Desde que Ferguson dirige al United, el Madrid ha despachado a veinticuatro entrenadores, antipáticos a los periodistas o a las novias de sus futbolistas.
–¡Segundos, fuera! –grita la voz de la autoridad en el boxeo.
Pero “la autoridad” es un concepto fascista, y por eso en el Madrid hay prudencia para gritar “¡Novias y periodistas, fuera!”, que a veces son lo mismo.
–A veces, cuando estoy con esos hombres, me invade un terrible pensamiento de pérdida, tan intenso como una depresión tropical... Por eso yo he aprendido a mantenerme a distancia de los demás periodistas deportivos cuando no estoy trabajando. Huyo de ellos como de la peste... –confiesa Richard Ford en “El periodista deportivo”.
Y eso que en América el periodismo no entra al chisme más que cuando el chisme resulta relevante para ventilar, no un córner, sino una pena de muerte, como en el caso de O. J. Simpson.
Total, que leer los periódicos es llegar a la conclusión de que América tiene el talón de Aquiles de la pena de muerte como el Madrid tiene el talón de Aquiles del córner.
Pocas cosas más parecidas a un paredón que un córner en el Bernabéu.
Nino Manfredi en “El verdugo” es Millán Astray, comparado con el sofocón de los piperos ante un saque de esquina en la Castellana.
Si por intercesión de la Divina Providencia el córner se salva sin gol, los piperos estallan en gritos de “¡Íker, Íker, Íker!”, que es el nombre de su Aquiles, el Aquiles de nuestro talón, el talón del córner en el Bernabéu, donde ya no son largos los minutos, como en los tiempos de Juan Gómez, sino los córneres, como corresponde a los tiempos de Íker Casillas, cuyo lema publicitario es “El Mejor Portero del Mundo”, tal que aquel “Ni oste ni moste: galletas Loste”.
La ley del portero de fútbol es la misma que la del ventero andaluz: “Ave de paso, ‘¡cañaso!’”
Pero con Casillas haciendo en los córneres el pase del murciélago que practicara en los ruedos El Sandokán, las aves no son de paso, sino estacionarias, y lo “cañasos” se los llevan los centrales, con Pepe (esas vendas de Pepe) y Ramos (esas pérdidas de Norte de Ramos) bailando el vals de las mariposas de Danny Daniel, que el sábado, por cierto, pasó por Alcorcón.
Mourinho, que viene de la cultura del superprofesionalismo deportivo, cambió de portero, y ahí fue la señal de la lucha carpetovetónica contra el fascismo para luchar… contra el fascismo.
¿Qué? ¿Nos imaginamos a la novia periodista de Petraeus, el Mejor General del Mundo, contando en la Fox que es “vox populi” que el Cuerpo de Marines se lleva “fatal” (sí, ésa sería la expresión finolis) con el jefe, que es Obama, porque los tiene practicando la pista americana?
Bielsa, que viene del peronismo, también ha cambiado de portero, pero ahí, en cambio, es la señal del triunfo de los descamisados y su justicialismo.
Ahora el objetivo estratégico del periodismo nupcial es eliminar, no al Barcelona ni al Manchester (al contrario), sino… a Álvaro Arbeloa, secante de Messi y Némesis de Íker, caro a Mou y rompepelotas de Xavi.
POR LA ROJITA
Con el Barcelona ganando la Liga sin bajarse del autobús, como en los tiempos de H. H., inventor de la frase en Granada (y él sabía por qué), el juego para matar el muermo es el paquirrismo, ismo españolazo y pantojo, espejo del piperío patrio. El modelo es Iniesta, Paquirrín del tiquitaca, y la copia, Cazorla, Paquirrín del sidrerín, sangre española para el Real, que se nos extranjeriza, ay, como en los tiempos de don Santiago Bernabéu, dificultando el plan de hacer del Madrid una delegación mesetaria de la Roja, con sede en Barcelona, o sea, la Rojita.
Chinchón
Domingo, 17 de febrero