Los síntomas con los que suelen llegar los intoxicados son diarreas, gastroenteritis, vómitos y visión borrosa, en los casos más graves. La mayoría no atribuyen en principio estos efectos a haber ingerido hongos. Es en la entrevista con los doctores cuando sale a relucir que los han comido. Después, tras unas pruebas en la Unidad de Toxicología, comprueban que se trata de setas venenosas.