jueves, 6 de junio de 2013

Volver al boxeo


Box-eo
(Colección Look de Té)
Jorge Bustos

Hace poco que han dejado de temblarme los dedos, así que aprovecharé para contaros este día gozoso de regreso a los entrenos de boxeo en el Metropolitano. Si habéis pegado al saco con cierto método alguna vez reconoceréis ese párkinson puntual que os agita las manos tras el ejercicio como si acabaran de daros un susto tremendo. Es un temblor satisfactorio, hemingwayano, que nos recuerda que nos hemos comportado como hombres, empleándonos agresiva y tenazmente contra algo que en el fondo está dentro de nosotros mismos.

Después de seis meses en que apenas falté al gimnasio, tres días a la semana de duro aprendizaje que nunca nos enseña apenas nada -el boxeo es una disciplina complejísima, una mezcla de ajedrez, crimen y coreografía que exige de nuestro cuerpo y de nuestra mente cotas de destreza prácticamente inalcanzables-, al concluir marzo tuve que dejarlo. Acababa de lograr que me echaran de Intereconomía pero de momento no que me pagaran por ello, así que decidí suspender prudentemente cualquier gasto de tiempo y dinero hasta tanto reconstruyese una rutina productiva. Hoy tengo cobrada parte de la indemnización, establecidas algunas colaboraciones y aparte está la red del paro y la esperanza, que es lo último que se pierde justo antes que los lectores. Escribo, leo, cubro plenos en el Congreso, veo El ala oeste, tuiteo, facturo, bebo con los amigos e incluso con periodistas, cocino pescado al microondas y gasto dinero con mi novia. Sólo me faltaba volver a boxear para ajustar a satisfacción la horma de mis días.

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