jueves, 6 de junio de 2013

Voltaire

El pelo de la dehesa

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Y digo Voltaire porque en Madrid andamos con la Feria del Arte y la Cultura, que es comer pipas de balde (el balde lo pone la Comunidad) hablando de Molina, al que unos llaman César, y otros, Antonio.
    
El español normal es un señor que come pipas y paga multas.
    
Elevar a la categoría de normal lo que en la calle es normal –dijo famosamente Suárez (el de Ávila, no el de Granada), y su dicho quedó en el frontis de la Santa Transición.
    
Mi normalidad me ha llevado esta mañana a pagar por un cante en la noche de Malasaña una multa municipal de 166,51 euros.
    
Si uno, en efecto, fuera Voltaire, al recibir tan de mañana esa “providencia de apremio”, contestaría lo que el filósofo parisino a un amigo:
    
Querido amigo, estoy sentado en una pequeña habitación de mi casa y tengo ante mí su carta. Dentro de un momento la tendré detrás.
    
Pero soy un español normal, educado para comerse tres bolsas de pipas antes de hablar y, entre bolsa y bolsa, pensar en la actividad económica que puede generar un grito extemporáneo en la pacífica noche de Malasaña.

    –Suponte que eres español y no te aflijas.
    
En la cola del Banco para pagar, me siento Blancanieves oyendo el “Aihoo!, Aihoo!” de los enanos al trabajar.

    Me figuro a los bizarros guardias con dietas de nocturnidad gastando gasolina, libreta y teléfono en la madrugada matritense.

    Me figuro el azacaneo de los carteros (y las carteras) yendo y viniendo con las “providencias de apremio”.

    Me figuro a las señoras Seguí, instructora, y Sánchez, secretaria, madrugando en invierno (porque la multa es de noviembre) para engordar los atascos de la capital, camino de la oficina donde funcionarios hábiles y minuciosos van dando forma a mi sanción como la osa de Virgilio formaba a lametones a sus oseznos.

    Una vez ante la cajera que antes era un oso, empiezo mi discurso:

    –Hermanos en la esclavitud, escuchad

    Pero me cierra la ventanilla con un “marcho a darle un rabo a Morante”.