jueves, 13 de junio de 2013

El mundo remoto de Joaquín Romero Murube

...la actitud ante lo andaluz exige contemplar lo sevillano...

 
Hughes

Recién llegado a Andalucía, uno tiene que decidir qué actitud adoptar ante lo andaluz. No se trata de una región más, ni siquiera (espanto administrativo) de una Comunidad Autónoma especial. Andalucía es tierra espiritual y a la vez es fuertemente popular. Es la literatura, es la música, y un torbellino de gestos que al recién llegado le pueden convertir en un imitador absurdo o en un sieso definitivo, marginado de la gracia cifrada del ademán.

Y me parecía a mí Romero Murube buena ayuda para mis comienzos, pues Murube, le llamaremos Murube, es, además, sevillanismo (la actitud ante lo andaluz exige contemplar lo sevillano) y periodismo.

Anualmente, el diario ABC sevillano entrega un premio que lleva su nombre. Más de trescientos artículos escribió allí, además de los que firmó para otra prensa local. Uno de ellos, celebrado, es su por qué soy bético, en que explicaba su afición verdiblanca y ya aludía al rencor cainita del derby o clásico o trifulca hablando de “la Sevilla agria”.

Murube fue también pregonero inolvidable de la Semana Santa sevillana. Alguien, con mala leche, pero no yo, que estoy entregado al escritor, podría decir que fue un José Manuel Soto de la literatura, pero estaría haciendo vulgar caricatura.

Romero Murube fue un prosista maravilloso, poeta estupendo y hombre público: funcionario municipal primero, Conservador del Alcázar después, aspecto biográfico determinante, pues si hay un elemento en su universo poético en que biografía y obra confluyen, es, precisamente, el jardín.

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